Burguesa

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Una señora bien… o casi

Los años 60’. Ramos Mejía, un barrio lindo, donde algunos habitantes creen que son de la alta sociedad. Ostentación. Ansias de ascenso social. Delirios de grandeza. Una casa que pretende ser lujosa, pero en realidad es recargada, de mal gusto y kitsch, con paredes de tela estampada, muchos muebles grandilocuentes, adornos por todas partes, estatuas doradas (algunas con ropita), un lugar con demasiados estímulos, agotador para vivir.

Allí vive Doris Gordini (Merceditas Elordi), una mujer que es fiel reflejo de su casa, parece ser una continuación de ella, barroca y colorinche, pero feliz con su estilo, se siente una diva. Es así como ella al igual que el protagonista de “El burgués gentihombre” (obra en la que se inspira esta), quiere impresionar a los ricos y poderosos, a fin de ser considerada en el selecto círculo.

Para acceder a otras esferas sociales, contrató un maestro particular de cultura y esto la lleva a hablar de una forma que cree elegante, pero en realidad hasta pierde sentido por el abuso de un vocabulario poco coloquial, que queda desfasado en sus conversaciones cotidianas y le impide comunicarse correctamente con sus allegados.

El detonante en esta historia es la compra de un cuadro realmente horrendo, pero que al ser de un artista de renombre, enaltecería su colección. Ante el espanto de la imagen, su hija (Bianca Vicari), su entusiasta mayordomo (Pablo Paz) y el mismo maestro (Juan pablo Carrasco), decidieron montar un plan, no solo para que desista de tan grosera obra de arte, sino para que finalmente caiga en la cuenta de quién es, dónde está y cuáles son sus posibilidades, es decir, para que baje a la Tierra.

Esto obviamente da pie a una seguidilla de situaciones graciosas, en las que el gag apoyado en el trabajo físico está muy marcado, como también en dejar “ver los hilos” de la dirección, evidenciando con esto lo que va a venir, sobre todo en bailes del mayordomo, como en movimientos muy marcados por parte de este, como también de la hija y el maestro. Este recurso con una clara tendencia a la exageración, seguramente es utilizado para rememorar a la época de Moliere, donde el naturalismo no era el centro de la escena, además esta hipérbole actoral, sirve para reforzar el humor, ya que no es algo que acompañe los 85 minutos del espectáculo, sino que aparece en algunos momentos puntuales.

La puesta incluye aparte, la ruptura de la cuarta pared en varias oportunidades, los personajes le hablan al público para sumar información y generar cierta complicidad.

La dirección de Sebastián Bauzá es acertada y minuciosa. Está acompañada por un buen desempeño actoral, resaltando Merceditas que es sumamente fresca y lleva el delirio de esta mujer de la forma más divertida; además su personaje se despega de los otros, ya que es justamente el que más naturalidad presenta a la hora de hablar y moverse, lo que marca un contraste interesante, siendo que desde la concepción, queda claro que es “la diferente” de este grupo.

Una comedia divertida, que desde 1670 viene planteando una temática vigente aún en estos días y que actualmente la tecnología refuerza y canibaliza más, como es querer mostrar, ser y pertenecer, aún a costa de la propia felicidad ¿vale realmente la pena?.

Ficha:

Con: Merceditas Elordi, Patricio Paz, Bianca Vicari y Juan Pablo Carrasco

Dirección: Sebastián Bauzá

Género: Comedia

Categorías: Reseñas

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