Invocando a los fantasmas

En un ciclo de obras teatrales que ha sabido traer a la vida de forma innovadora a grandes exponentes del teatro mundial, como lo son Jarry, Brecht, Pasolini y Fassbinder, entre otros, llega la invocación a Konstantín Stanislavski. El ciclo propone en general la realización de una obra de teatro, que de una forma metateatral encarne los conceptos teóricos y prácticos propuestos por cada uno de estos innovadores de la historia del teatro universal, como si fuera una creación conjunta a través de una “conversación que atraviesa la historia”, como dice Mercedes Halfon, creadora y curadora del ciclo.

La novena invocación del ciclo, dedicada al ruso creador del método actoral, obtiene el nombre de Fantasmatic, en relación al hecho de la invocación misma y como nos dice el director, Ciro Zorzoli, una cualidad de lo huidizo de las prácticas del mismo Stanislavski, “alguien que hasta sus últimos días se atrevió a poner en duda sus propios postulados”; “Alguien inquieto y de tan inquieto, inasible o capturable sólo por momentos”, como la figura del fantasma que se desvanece  antes de poder definirlo con certeza, o incluso de los recuerdos, tan utilizados por el dramaturgo en sus métodos actorales.

En una escenografía que nos sitúa en el espacio del ensayo de la obra teatral, los actores, representando actores, debaten y disertan sobre la correcta realización y entonación de una escena. Para eso se valen de todos los ejercicios planteados por el método, recurren a recuerdos personales, mimetizan, exageran, improvisan, liberan sus cuerpo sistematizando movimientos, saltan, brincan, gritan, lloran, ríen. Vestidos como trabajadores, obreros, evocando la estética del orden soviético.

El detonante es la escena: Un hombre va a morir, lo sabe, contempla los árboles y habla con una mujer que no lo ama (o ya no lo ama). El trabajo físico de los actores, un maravilloso elenco conformado por Paola Barrientos, Juan Ignacio Bianco, Matías Corradino, Hilario Laffitte, Marianela Pensado y Diego Velázquez, genera un clima dinámico en el cual se van inscribiendo las diferentes escenas y prácticas actorales logrando una mixtura entre los personajes. Cada uno puede ocupar en el siguiente momento el rol del otro. Los intercambios de roles los constituyen y nos develan lentamente las personalidades de los actores actuados, siempre girando en torno a esa escena que se repite proponiendo variantes.

Esta maravillosa obra se presenta en el cultural San Martín, donde a la vez se está presentando octava invocación con dirección de Maruja Bustamante. En este caso dialogando con Discépolo. Dos obras imperdibles que tiene mucho que aportar al pensamiento crítico del teatro tal como lo conocemos.