Tibio

Ficha

  • Datos de funciones:

    Información sobre las funciones, en la cartelera

  • Prensa:

    Marisol Cambre

 

La condena de los tibios

“Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”; versículo de la Biblia (Apocalipsis 3:16).

Existen determinadas situaciones en la vida que nos obligan a tomar partido; estar de un lado o del otro, arriesgarse, asumir una postura, pararse frente al mundo pagando los costos. Es posible, sin embargo -en cualquier circunstancia- cometer errores y verse en la obligación de resarcirse, como el caso del escritor español Miguel de Unamuno (pieza clave en la construcción de la dramaturgia de esta obra) quien, en el año 1936, durante el acto de apertura de un curso académico, pronuncia su famoso discurso retirando su apoyo al franquismo: “Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho.” El escritor había sabido tomar, a lo largo de su vida, posturas por momentos extremas y antagónicas, yendo del republicanismo al franquismo y viceversa, pero nunca dejo de jugarse por sus convicciones; nunca formó parte del bando de los “tibios” a quienes las dudas, la falta de coraje y de compromiso les impidió actuar.

La vida y el pensamiento del escritor español resuenan en un profesor de secundaria, Joaquín Rodríguez Janssen, a fines de los controversiales años 70’ en Argentina. El mismo, se ve interpelado por uno de sus alumnos en el trascurso de sus clases de literatura. Se siente desafiado por el joven que le exige, de alguna manera, salir de su lugar de comodidad y resguardo, ante las circunstancias que lo rodean. Si “Creer es crear”, la realidad puede y debe ser transformada, pero para eso él deberá que salir del refugio de la conformidad y la tibieza.

La dramaturgia y dirección de Mariano Saba, logran colocar al espectador frente al testimonio genuino de gran parte de una sociedad – encarnada en la figura del profesor-  que en aquellos años de dictadura se vio en la encrucijada de no saber, no querer, o no poder hacer, frente a un Estado represivo y violento que marcó la historia de nuestro país. Con una escenografía minimalista compuesta de una pizarra, un escritorio, una silla, libros dispersos por el espacio, los espectadores asisten a la clase entrando dentro del ámbito de la representación, en plena conexión con la mirada del actor, convirtiéndose en los destinatarios directos de cada anécdota. Los saltos en el tiempo, los flashbacks, el relato en ocasiones fragmentario y disperso recrean en la trama una intriga que a medida que la obra avanza se va cerrando y, a la vez, se abre a otros posibles de interrogantes.

La actuación de Horacio Roca es sublime; con total organicidad se apropia de cada uno de los gestos, silencios y textos del personaje. Invita al espectador a transitar de lleno ese mundo de contradicciones que lo habita; transforma el espacio escénico en un aula, recreando hasta el más minucioso detalle de la interacción entre docente y alumnos; y con una gran versatilidad y veracidad, genera climas íntimos, intensos y conmovedores.

Un texto maravilloso, una interpretación memorable y una puesta, por demás, solvente son razones suficientes para no dejar de ver esta excelente obra.

Ficha:

Intérprete: Horacio Roca

Dirección: Mariano Saba

Categorías: Reseñas

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