Punto de costura
Ficha
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Datos de funciones:
Bajó el 29/3
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Prensa:
Cecilia Gamboa
Lo que teje la literatura
La sala está repleta y expectante. Dos mujeres sentadas detrás de sus respectivas mesas de trabajo. En el medio de las mesas, una máquina de coser a pedal. Las mesas están cubiertas de retazos. En una hay un telar. Pero también hay computadoras. También hay un sintetizador. También hay un micrófono.
Cuando la sala hace silencio y comienza la función, lo primero que aparece es el sonido. Una de las mujeres, la que está del lado derecho del escenario, toma retazos y objetos del universo textil y los “hace sonar” cerca del micrófono. Luego, la otra mujer, la que está en la mesa de la izquierda, reparte distintos retazos nombrando sus nombres: lienzo, lona, jean, gabardina, etc, etc, etc.
En el mundo de la producción musical hay una palabra poética que se utiliza para describir las particularidades y características de cada instrumento o sonido: textura. Lo primero que se oye y se toca en Punto de Costura son las texturas de una fábrica textil. Pero de una forma cruda y sencilla.
Más adelante en la obra, Cynthia Edul hace una enumeración de expresiones que provienen de lo textil pero hay una que no menciona. Esa misma es la que define de una forma muy específica su obra. A Punto de Costura “se le ven las idem”.
Esto podría ser tomado como una cuestión indeseable. Pero es más bien lo contrario. Otra forma de pensar la obra de Edul es alrededor de “la desnudez”. Edul se abre, le pone el cuerpo a su historia, al rubro que habitó su familia y como ella reclama su lugar en esa tradición desde su singularidad, desde su textura.
La hipótesis de la desnudez es útil pero para ser rápidamente rebatida. Porque para eso está Guillermina Etkin. La mujer de la mesa de la derecha “viste” la obra con sus sonidos y arpegios, la decora. Ya sea con el sintetizador, con un track, produciendo un foley de viento o mar con su voz intervenida o sentándose a tejer su abrigo con la cuerda percutida del piano.
Pero ¿qué es Punto de Costura?
Se puede utilizar la definición de Schaeffer para sostener que la obra de Cynthia Edul no es ficción. Es decir no es el acuerdo consensuado de una mentira que promete develar una verdad. Esto (lo de no ser ficción) no le quita ni un ápice de valor. Sino más bien lo contrario. Sobre el escenario se despliegan textos, citas, la historia de Jacinto Edul e Hijos, la empresa textil familia, notas autobiográficas sobre su carrera como escritora lejos de esa fábrica, el reencuentro de esas dos líneas que parecían no juntarse, números musicales, videos, la historia misma de la producción textil, mitología, imágenes de archivo. Todo con veracidad documental y con inmediata relevancia. Su tono performático es, de nuevo, crudo y llano. La superposición de los motivos textiles (cuerda, tela, textura, hilo) hacen del procedimiento performático una experiencia atractiva, viva y poética. Se le “ven las costuras”, pero no por fácil; por exhaustiva.
Edul, desde la mesa de la derecha, o desde una alfombra o desovillando una madeja, no se deja ruborizar por aprovechar todas las armas de la literatura y el ensayo arriba del escenario. Si el teatro es un ritual de acumulación, Punto de costura es la vuelta al presente de una gran acumulación en ella.
Kartun explica cómo creía en un principio que en la dramaturgia se le habla al padre. Luego, confiesa, que se dió cuenta que, si bien el fantasma de su padre podía seguir ahí en la última fila espiando, a quién verdaderamente le hablaba, era a su hijo.
Algo de esta revelación ofrece Cynthia. Algo de esa frescura. La máquina de coser late al ritmo de la vida que la obra comparte. Lo que se teje puede ser una reivindicación de las mujeres en el trabajo, de la esencialidad de la ropa, de ella misma y su familia, de una forma mejor de producir valor, de la literatura como oficio. Incluso lo que se teje puede ser ficción. Pero, a juzgar por la atención del público, más de una hora después de todo ese embrollo: lo que Punto de costura teje, es teatro.
Ficha
Dirección: Cynthia Edul
Intérpretes: Cynthia Edul y Guillermina Etkin
Género: Autoficción
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