Los gestos bárbaros
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Volver a casa
Una obra de Juan Ignacio Fernández, intensa y atrapante, que recorre el interior de una familia disfuncional. Emilia regresa a la casa paterna luego de 15 años de ausencia. Vuelve llevando un colchón y efectos personales; aparentemente se estaba mudando. Pero en ese viaje, un accidente destroza el auto en el que viajaba (ella afirma que se retorció para protegerla) diseminando los elementos por el paisaje y llevándose, además, su memoria. Emilia no sabe por qué ni a qué fue. Allí se encuentra con su mamá, sus dos hermanos varones, su cuñada y la sobrinita bebé. Como una sombra a medias presente puede observar las tensas relaciones de los miembros de la familia.
La mamá dominante y resentida, el hermano mayor, que aspira a ser intendente, pero se ve amenazado por las actividades del hermano menor, que sabotea las estructuras de poder y la cuñada, infeliz, deprimida, sintiéndose insuficiente como madre. Una red de conflictos individuales simultáneos que provocan la imposibilidad de un acercamiento genuino, franco y libre de sospechas.
Paralelo al enorme vacío existencial de Emilia y su precaria salud mental (Valentina Bassi con la dosis justa de angustia e ingenuidad), la obra aísla y muestra el lado b de la maternidad: la madre destilando desencanto, obsesionada con obtener éxito a través de su hijo mayor, de conseguir algo que considera le pertenece (impactante Silvina Sabater en el rol) y por otro lado, la cuñada, que no encaja y se siente presionada; una bomba de tiempo a punto de estallar (maravillosa Laura Novoa en el in crescendo de su personaje y resolución).
Francisco Bertín e Ignacio Rodríguez de Anca construyen dos hermanos tan distanciados entre sí en espíritu y ambiciones que conforman otra línea de tensión adicional. Los personajes presentan ambigüedades, lo que los hace más interesantes. En medio de todo ese caldo de conflicto, se perciben, sin embargo, lazos familiares fuertes, un cierto cariño y pertenencia. Es que cada familia tiene un lenguaje íntimo propio.
La escenografía de Marcos Di Liscia crea un espacio con muebles fragmentados o dados vuelta, continuando con el concepto de la narrativa. Los actores se desplazan mayormente de manera circular por el espacio mientras realizan un juego muy lindo de ver; siempre está en el aire la idea hacer un té o tomar uno y los personajes van intercambiando sus tazas en distintos momentos de la interacción, lo que genera una agradable discordancia; una conciencia de representación. La dirección es del director y docente Cristián Drut, construyendo una obra brillante y atractiva.
Ficha
Actores: Valentina Bassi, Francisco Bertín, Laura Novoa, Ignacio Rodríguez de Anca y Silvina Sabater.
Dirección: Cristian Drut
Género: Drama
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