El tiempo que no estuvimos acá

El tiempo que no estuvimos acá

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Mantener el asombro vivo

Actuar de niño es difícil. El niño no le tiene miedo a la épica, no tiene problema con la grandilocuencia, no necesita de grandes transiciones. Va de cero a mil y de nuevo a cero y luego a otra cosa y a otra.

Escribir como un niño es difícil. En la niñez se alojan las ingenuidades más grandes, pero tan bien la más grande perspicacia y la más grande sensibilidad. El asombro y la perplejidad (una de las formas más importantes de la felicidad), son signo de una niñez aún viva a cualquier edad.

Contemplar un niño es fácil. Más allá de lo que cueste vincularse con uno. Espiar a un niño que se comporta como niño, siempre despierta una vitalidad escondida. Desanestesia, maravilla, hipnotiza. Imposible no sonreír estupidizado.

En el corazón de El tiempo que no estuvimos acá está este sentimiento. La segunda obra de la directora Aye del Valle indaga y logra capturar con blandura las sensaciones que producen las infancias. Pero también cubre una necesidad adulta de lo más contemporánea: la de volver a un lugar seguro. A una ilusión positiva. A un mundo de una luminosidad profunda y sin slogans.

Adela y Tomás son amigos de verano. Se encuentran en el patio de una casa en la costa. Descubren juntos lo que es la idea de muerte, la idea de despedida, la idea de amor. El verano se les hace siempre corto.

La obra parte de la infancia y le agrega, acto a acto, capas encima. Los volvemos a ver tiempo después y más tiempo después. Sabemos qué es lo que está sepultado, qué es lo que cambió, qué es lo que sigue ahí latente aunque no se haya dicho.

Junto a Luciana Sapia (Adela) y Tomás Sabaté (Tomás) está siempre en escena Milton Novo. Quién hace música en vivo y ofrece siempre una contraparte al encuentro de los dos amigos para producir humor, ternura y teatralidad.

Lo que hace mejor esta obra feel good es jugar con la expectativa de su público. La obra, en vez de ir hacia donde se espera, mantiene su tono, deja crecer a sus personajes y en el camino, no deja nunca de abrir mundo. De incluir poesía y teatro.

Surgida como exploración de una obra corta llamada Rizoma. Imposible no recalcar lo mucho que se le nota la naturaleza de su proceso de producción. Sin codos, ni brusquedades, El tiempo que no estuvimos acá expande y ramifica lo tierno y lo asombroso, más allá de las edades.

 

Ficha

Dirección: Aye del Valle

Actúan: Milton Novo, Tomás Sabaté, Luciana Sapia

Género: Comedia Dramática

Categorías: Reseñas

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