Un judío común y corriente

Un judío común y corriente

Ficha

  • Datos de funciones:

    Funciones: sábados 20 hs.
    Duración: 80 minutos
    Chacarerean Teatre
    Nicaragua 5565, Palermo

  • Prensa:

    Prensa: Caro Alfonso

 

El horror que trasciende la historia

Un judío común y corriente es la historia del prestigioso periodista e intelectual Emanuel Goldfarb, interpretado por Gerardo Romano, que debe vivir y tratar de resolver el eterno conflicto de ser un judío alemán que reside en la actualidad en Hamburgo. La acción principal comienza cuando recibe la invitación de un profesor de Ciencias Sociales de una escuela secundaria cuyos alumnos estudian el Holocausto, por lo que quieren conocer y ver en persona a un verdadero judío. A partir de aquí, el protagonista comenzará un viaje que recorrerá tanto los principales puntos de argumentación por los que considera que deber rechazar dicha invitación como su propia visión sobre lo que es ser judío. Al mismo tiempo que realiza un repaso de su vida y sus orígenes entre risas, melancolía y sentimentalismo.

El texto de Charles Lewinsky versionado al español por Lázaro Droznes se sirve del formato del monólogo para abrir una reflexión intensa sobre la problemática contemporánea de los judíos fuera de Israel y sobre las dificultades concretas que enfrenta un judío que vive en un país cuya población continua bajo el peso psicológico de las secuelas del nazismo. Un texto denso, inteligente y mordaz, que se apoya en las contradicciones que definen la identidad de cada pueblo, de cada persona. Y que por ello, por momentos, resulta reiterativo y donde las escenas se tornan un poco largas, tal vez en favor de enfatizar el mensaje central de la obra.

Con un escenario realista hasta el más mínimo detalle, Goldfarb se encuentra en su estudio durante toda la trama y desde el inicio el espectador se ve sumergido en la intimidad de su pequeño mundo privado, sumado al toque preciso de la música incidental a cargo de Martín Bianchedi, será de vital importancia  para el protagonista la disección y análisis profundo de la palabra tolerancia, no sin transitar con un humor e ironía por la naturaleza de las tradiciones humanas junto con sus prácticas religiosas y modelos éticos. El formato unipersonal hace, por supuesto, que todo se resuma a la labor actoral, destacándose aquí el trabajo de Gerardo Romano como el protagonista de esta historia.

Definitivamente, Un judío común y corriente es una excelente producción con gran actuación de Romano y con un fuerte mensaje sobre la construcción de la memoria, el pensamiento crítico y la tolerancia hacia la pluralidad y complejidad de ideologías. Mensaje que se vio, en mi opinión, un poco empañado con la acotación del actor al terminar obra y, especialmente, cuando alentó en ciertas personas del público la necesidad de expresarse verbal y desmedidamente con el resto de la audiencia. Situación que lejos de analizar, creo que son los espectadores los que deberían poder realizar el trabajo de reflexión personal sino en lugar de teatro no quedaría más que una simple bajada de línea, me delimitaré a comentar al respecto que el teatro es político sí, pero justamente como lo plantea el texto de Lewinsky cualquier forma de partidismo, fanatismo o autoritarismo es y debe ser considerada peligrosa puesto que es lo que nos ha demostrado la historia, una y otra vez, y está en nosotros no volver a repetirla.

Categorías: Reseñas

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