En la medianera del odio de clase

Las vecindades son espacios en los cuales se dirimen las diferencias sociales. No es casualidad entonces que en dichos lugares salten a la vista los prejuicios, conflictividad y, paradójicamente, los puntos en común. Este es precisamente el caso de Juana y su hija Jimena, quienes ven su cotidianeidad alterada para siempre con la llegada de sus nuevos vecinos, Marlen y el polaco, de origen social pauperizado y poco a tono con las costumbres recatadas de sus nuevos vecinos. Afloraran así entredichos suspensivos y malentendidos fatales en Gorila, la pieza teatral de Mariana Cumbi Bustinza.

Con cuatro personajes alcanza para tejer difíciles relaciones entre cada uno de ellos. Marlen y el polaco, pareja disfuncional entre una desempleada y un trabajador de la construcción, ven su amor trunco frente al nuevo interés del último por Juana, empleada con mejores pasares económicos (si podemos decir eso de una relación de dependencia), que corresponde en parte los galanteos del polaco. Marlen, confundida entre la amistad con Juana, es corroída no solo por la bronca del potencial engaño, sino también por el odio de clase que Jimena, hija de Juana, tiene para con sus nuevos vecinos, adquirido en la escolarización de la clase media aspiracional que Juana le paga a su hija en el ámbito privado, rodeándola de prejuicios de clase. La situación se agrava cuando, en claro contexto de caos, Jimena desaparece. Sin dudas, como bien augura el programa de mano, un thriller psicológico al que, adosamos nosotros, se llega con protagonistas narrativamente complejos.

Pero no se trata solo de buena escritura de personajes que, demás está decir, están compuestos con minucia por un potente elenco. Es la puesta, compuesta por una serie de bastidores que describen dos espacios: adentro y afuera de la casa de Juana; se da el espacio perfecto para esta historia. Entre la protección de la propiedad privada y el afuera hostil, entre el nosotros y los otros, entre la pareja y la infidelidad, los personajes desatan simpatías, odios y temores en la platea, para llevarnos a un desenlace fatal. Como curiosidad y a la vez toque entre poético y esotérico, dos gorilas (así como lee) son los encargados tanto del armado de los espacios teatrales, así como de imprimirle instantes bucólicos al relato, con el elenco desconectándose de la realidad por instantes para mostrarnos un atisbo de sus inquietudes personales. Todo esto, sin duda, con el aporte de una banda sonora y diseño luminotécnico acordes.

Es de destacar, más allá de lo ya notado, la brillante elección temática de la obra. La dramaturga y directora nos postra frente a un escenario más que común, el prejuicio. Pero lejos de brindarnos un relato moralino y aleccionador, la pieza despedaza este tema harto vigente, exponiendo las miserias de estos personajes, y empujando en nosotros la reflexión, primero desde lugares comunes, para que luego podamos desbaratarlos y repensarlos. Sin duda, una propuesta diferente y más que recomendable.

Ficha:

Dramaturgia y Dirección: Mariana Cumbi Bustinza
Intérpretes: Victoria Raposo, Catalina Boucau, Tomás Cutler, Lia Bagnoli