Muñecos y catarsis.

Un agujero oscuro, lugar donde van a parar los recuerdos perdidos, y los corazones rotos. Una barra llena de botellas abiertas pero que nadie pide, una única mesa con banquetas que funcionan como el apoyo de los brazos que cargan con el peso de la existencia, un pianista con talento que al parecer está cumpliendo algún tipo de condena espiritual atrapado a su instrumento. A este lugar algunos lo llaman bar.

Las almas rotas que caen en este antro, son títeres que interactúan con el pianista del bar, estos le cuentan sus penurias y el las usa de inspiración para armar canciones, los monigotes hacen catarsis con las canciones y se van aliviados un poco de su pesar. Quien maneja y les da voz a estos individuos artificiales es el mozo, que también en algunos momentos baila y canta.

El músico de traje y el mozo pantalón y camisa, con su vestimenta remiten a el puesto que ocupan: de trabajadores , sin embargo los títeres expresan parte de su personalidad en el vestuario, completando el arquetipo del personaje, como por ejemplo el roquero pesado vestido de negro , o el señor escritor vestido con camisa de leñador.

El diseño de iluminación, se ocupa de focalizar en diferentes lugares, guiando la acción, iluminando más cuando algún personaje habla de lejos o se dirige al público, utilizando a este como comensales del bar. Pero  para los momentos de intimidad como por ejemplo cuando un personaje cuenta su historia de dolor, los focos se apagan y solo una ilumina al que habla, esto le suma dramatismo a la escena.

Mylch es una obra de humor con títeres (para adultos), que intenta dar el mensaje de cómo  pueden manipular los sentimientos al punto de convertir en marionetas quienes los padecen.

Ficha:

Con: Eduardo Blacher y Emmanuel Degracia

Dirección: Daniel Fernández

Género: Comedia