Luciérnagas (sueño bastardo)
Ficha
-
Datos de funciones:
Info de las funciones en nuestra cartelera
-
Prensa:
TNC
La herencia de lo negado
La Buenos Aires del siglo XVIII se levantaba como un territorio de contrastes. Una ciudad en expansión, aún periférica en el mapa imperial, donde convivían las riquezas de la realeza con las penurias de quienes sobrevivían en los márgenes. Entre conventillos, imprentas y calles polvorientas, se tejían historias de poder y de ocultamiento, de hijos no reconocidos y de mujeres obligadas a silenciar lo que la moral oficial condenaba.
La obra, ambientada en esta Buenos Aires del Virreinato, utiliza la memoria del pasado para hablar del presente, revelando que las miserias humanas y las ansias de poder atraviesan los siglos sin perder vigencia.
Dentro de una casa fundada por el Virrey, destinada a albergar a los niños gestados en relaciones extramatrimoniales, Alfonsa se convierte en figura central. Tosca pero entrañable, con limitadas herramientas pero con un corazón inmenso, encarna la contradicción entre la contención y la explotación: recibe a esos pequeños bastardos, al mismo tiempo que les impone trabajar para sobrevivir y sostener los caprichos del excéntrico Virrey. En escena también aparecen Don José, el fiel lacayo del Virrey, y María Josefa, una mujer proveniente del Perú que oculta secretos bajo sus faldas.
El trabajo actoral resulta sublime. Mariano Agustín Botindari y Alejandro Segovia, responsables de dar vida a Francisquito 13 y Antoñito 14, despliegan un virtuosismo notable en la manipulación de los títeres. Su expresividad corporal, el cambio de registros vocales y la fluidez de sus movimientos construyen a pequeños seres cargados de vida y emoción, que cautivan desde la primera aparición. Cada una de las escenas están cargadas de ilusión, encontrando humor, ternura y una cuota de reflexión que potencia la dramaturgia.
Paula Ransenberg, como Alfonsa, se adueña del escenario con un magnetismo arrollador. Su trabajo combina humor desfachatado con hondura dramática, oscilando entre la picardía cómplice y la vulnerabilidad más profunda. Cada gesto y cada silencio revelan la organicidad de una actriz que sabe dotar de humanidad a un personaje complejo y contradictorio.
Lautaro Delgado Tymruk, en la piel del Virrey, ofrece una composición brillante: grotesco y ridículo por momentos, pero también intentando ser intimidante y cruel. Su presencia escénica intenta imponer jerarquía y despliega un abanico de matices que permiten ver tanto la ostentación del poder como su costado más culposo.
Andrés Ciavaglia construye a Don José con una naturalidad admirable. Logra una fina tensión entre la obediencia sumisa y la necesidad de pertenecer, mostrando las contradicciones de un hombre atrapado entre dos mundos.
Paula Staffolani deslumbra con su ductilidad. Como María Josefa, transmite ingenuidad, devoción y un trasfondo de dolor contenido; como manipuladora del títere Feliciana Manuela, da vida a un personaje clave que aporta suprema emotividad. Su versatilidad actoral y corporal le permite transitar con solidez ambos registros, generando momentos de gran potencia dramática.
El diseño de los títeres, a cargo de Alejandra Farley con colaboración artística de Juan Ruy Cosin, potencia este trabajo actoral al convertir a estas marionetas en seres hipnóticos, mientras que el vestuario de Magda Banach y la escenografía de Marcelo Valiente subrayan los contrastes sociales y la atmósfera de época. La música original de Julián Rodríguez Rona y la iluminación de Claudio del Bianco refuerzan los matices dramáticos, sumando capas de significado a cada escena.
La dirección de Horacio Nin Uría articula todos estos elementos dentro del espectáculo dotando al mismo de una precisión y sensibilidad notables. Su texto poético y sus metáforas interpelan desde la historia al presente, recordando que, más allá de los siglos, los humanos seguimos repitiendo errores, desnudando miserias y anhelando transformaciones.
“Luciérnagas (sueño bastardo)” es, sin dudas, una obra imprescindible, de esas que dejan huella y que encienden preguntas mucho después de que la función haya terminado. Como esas pequeñas luces que se encienden en la oscuridad, la obra nos recuerda que aun en los contextos más ásperos y desoladores siempre hay destellos capaces de resistir, de alumbrar caminos nuevos y de recordarnos que la esperanza nunca se extingue del todo.
Ficha
Intérpretes: Mariano Agustín Botindari, Andrés Ciavaglia, Lautaro Delgado Tymruk, Paula Ransenberg, Alejandro Segovia, Paula Staffolani.
Colaboración artística en títeres: Juan Ruy Cosin
Diseño y realización de títeres: Alejandra Farley
Música original, letras y diseño sonoro: Julián Rodríguez Rona
Diseño de iluminación: Claudio Del Bianco
Diseño de vestuario: Magda Banach
Diseño de escenografía: Marcelo Valiente.
Dirección y guión: Horacio Nin Uría
Género: Comedia dramática
Artículos relacionados
Escribe un comentario
Only registered users can comment.

