La vis cómica
Ficha
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Datos de funciones:
miércoles a domingos, a las 20.30 hs
Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (Avda. Corrientes 1530)
Duración: 105 minutos -
Prensa:
San Martin
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Entradas:
Platea $420. Miércoles $210.
Sobre los roles y la parodia del teatro.
Kartún suele poblar sus escenarios con las más inverosímiles criaturas. Obsesionadas con la palabra y sus falencias, cínicas, inteligentes, desposeídas y abandonadas a su propia inocencia corrompida.
Su última obra La vis cómica, no es una excepción. Con astuto desenfado Mauricio Kartún toma personajes del autor más importante de la lengua castellana y los deforma y adapta. En primer lugar, cruza los personajes y realidades. De El coloquio de los perros, toma a Berganza, quien será el narrador, desarticulador y guía de nuestra puesta y de Don Quijote de la Mancha, a la compañía teatral de Angulo el malo.
En segundo lugar, se aprovecha, no sólo de la frontera ficcional que puede significar un perro/humano contando la historia, para apoyarse en el cuestionamiento del pacto ficcional que suele proponer el teatro narrativo y generar la situación metateatral que caracteriza sus obras. Sino que narra la historia de una compañía de teatro. El teatro puesto bajo la lupa, desde todas sus dimensiones, sin el menor asomo de compasión y una gran carga de humor, cinismo y guiños a la decadencia del arte en presencia del poder.
La compañía de Angulo (el malo, siempre el malo) ha llegado a la Buenos Aires, buscando escenarios para estrenar. ¡Estrenar! Lo único que quiere un poeta es estrenar. Y eso intentan, pero fracasan. Porque el arte, en general, y el teatro de entretenimiento, en particular están signados por estructuras de poder que lo exceden. Los “artistas” que transitan esta representación de Buenos Aires no son más que voceros del Rey. Esbirros de la corona que pretenden y persiguen el goce de la escenificación de la violencia.
En cinco actos, introducidos y cuestionados por Berganza, el perro dramaturgo maravillosamente interpretado por Cutuli, viejo, cansado y pillo, los personajes se presentan, entran en conflicto, exponen su leit motiv en un soliloquio, a la manera del teatro barroco, se desarman y desaparecen.
Del mismo modo muta la escenografía, desértica, rocosa y desolada que se va despojando, como de sí misma y de su función en la ficción. El espacio, amplio e imponente, está apenas decorado; y con ayuda de las luces pasa de tener el imponente aspecto de un cuadro renacentista, en consonancia con el vestuario ideado por Gabriela Aurora Fernández, o liberada ya de todo su carácter narrativo nos enfrenta con la crudeza de la sala de ensayo.
Los actores hacen un maravilloso trabajo, cada uno encarna a la perfección un arquetipo, y los cuatro se complementan en escena para dar la fuerza que tiene la obra, con toda su incoherencia léxica, la mezcla entre un castellano cervantino y un lunfardo arrabalero que conviven, bajo mención de Cutuli, pero sin conflicto. Ya ha sido mencionado Eduardo Cutuli, quien se desempeña maravillosamente y aporta con su presencia y su cadencia un ritmo único a la puesta, pero es necesario también hacer mención aparte de Mario Alarcón. Angulo el malo, con su despampanante e histriónica potencia de actor diva, arrebatado por la musa, la vis cómica, en decadencia.
Esta es una maravillosa obra para pensar el lugar del arte en la sociedad y el juego del poder en el arte. Como seduce y parasita la violencia al espectáculo y como el humor es una herramienta potentísima para desarticularla.
Ficha:
Con: Mario Alarcón, Luis Campos, Cutuli y Stella Galazz
Dirección: Mauricio Kartun
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