Según pasas los años

Una obra de teatro puede reflejar un momento, una historia, un sentimiento y en este caso recorre más de una década en la vida de Aurora (Soledad Silveyra) y su hija Emma (Julieta Ortega), con todo lo que eso implica.

El recorrido comienza el día anterior a la Boda de Emma con Bob (Damián Iglesias), mientras ella celebra con su amiga (Dolores Ocampo), más allá de la opinión de su madre, quién cree que se está arruinando la vida con su futuro marido.

Los hechos se desarrollan en un escenario partido, en el que confluyen tres casas: la humilde sala de la joven, la ostentosa habitación de su madre y la puerta del vecino de esta última, siendo la propia historia quién guiará la mirada del público, valiéndose solamente de algunas cortinas blancas.

Mientras Aurora transita la difícil relación con su hija (que se fue a vivir a otra ciudad con su familia), intenta construir algo con su vecino (Osvaldo Laport), un ex astronauta con síndrome de Peter Pan, quién por más que lo intente, tiene muchas dificultades para establecer lazos o comprometerse, pero que en el fondo, tiene buen corazón.

El la invita a almorzar, pero por diferentes motivos eso nunca se concretó, aunque 10 años después, cuando ella tenía a su hija lejos, tres nietos en su haber y muchas ganas de sentirse viva, concretaron la cita y su vida cambió.

Más allá de las casas (que hablan de la personalidad de sus protagonistas), siendo las que va teniendo Emma simples, sin ostentaciones, en oposición a la de su madre, que muestra un alto nivel socioeconómico y buena vida o la puerta del astronauta, de donde él sale, pero difícilmente alguien entre, la puesta se completa con proyecciones.

Corina Fiorillo (directora), tiene el desafío de conjugar lo que pasa en el escenario, con tramos filmados en exteriores, que completan la historia, todo aquello que el dispositivo no permite, puede verse en las telas blancas y el fondo. Es un recurso interesante que agrega frescura.

Ella además de lograr ensamblar cada pieza, hace un muy buen trabajo con los actores. Si bien la perlita del elenco es el reencuentro de Solita y Osvaldo después de casi dos décadas, todos llevan muy bien sus roles.

Soledad despliega todos sus recursos y una vez más demuestra su calidad artística, pudiendo ponerse en la piel de los más variados personajes. En este caso, su Aurora se enfrenta a momentos muy diversos, yendo de plena alegría a la más profunda angustia y tristeza, haciendo un recorrido impecable.

Por su parte Laport, tiene un rol de galán maduro, donde no duda en mostrar su trabajado físico y matices más tendientes a la comedia, aunque también en ciertos pasajes cruza el umbral, para ponerse serio y otorgarle mayor profundidad a su personaje.

La historia en sí, por momentos es un poco extraña, ya que se detiene en escenas que no son muy relevantes y pasa más rápido por otras que podrían ameritar mayor profundidad, pero seguramente sea consecuencia de adaptar una película al teatro, donde los recursos cambian; igualmente está bien llevada y  es ágil.

Lo que este espectáculo requiere del público, es que vayan abiertos para atravesar una historia intensa, que en cierto punto da un giro inesperado y cambia de dirección por completo, llegando a un puerto inesperado.

Una tragicomedia que si bien tiene su spoiler en el Hollywood de 1983 con un elenco de estrellas, vale disfrutar esta reversión, de la mano de una de las directoras más importantes de estos días, acompañada por un dúo que el público adora.

Para reír y llorar… porque en 10 años, pasan muchas cosas!

Ficha:

Elenco: Soledad Silveyra, Osvaldo Laport, Julieta Ortega, Dolores Ocampo, Damián Iglesias

Dirección General: Corina Fiorillo

Género: Tragicomedia