Ciencia, Arte y sus asuntos pendientes

Juan Villoro es un renombrado y multipremiado escritor mexicano, conocido mundialmente, sobre todo, por su narrativa. Ver su nombre como autor de una obra en la cartelera porteña llama la atención y atrae. Sin embargo, cabe destacar que La Desobediencia de Marte no es su primera, sino su quinta producción como dramaturgo y que, Argentina, es uno de sus lugares predilectos para ver sus obras montadas. La segunda de ellas, por ejemplo, El Filósofo declara, fue dirigida por Javier Daulte y protagonizada por Alfredo Alcón. La obra en cuestión, vió la luz por primera vez en el año 2017 en su México.

La acción está ubicada en Bohemia (actual República Checa) en el redondo año 1600.  Trata sobre un dúo de astrónomos que lucha con la interpretación del inconcebible cosmos antes de la invención del telescopio. La pareja se repele y necesita.

El experimentado Tycho Brahe es un científico empírico danés en decadencia. Luego de recolectar cierto renombre su trabajo se estancó. Johannes Kepler, en cambio, es un científico pobre, enfermo y sin ningún reconocimiento pero capaz de descifrar el cosmos a través de teorías ensoñadas.

Tycho cree que Kepler es el único capaz de explicar la órbita del desobediente Marte. Para lograr este hecho histórico de la ciencia, Kepler necesita de Tycho su resguardo económico y, más importante, unas tablas con los números que el científico empírico recolectó luego de años.

Cada uno quiere lo que el otro tiene. Se desprecian y se buscan en igual medida.

Osmar Nuñez es Tycho. Elocuente, seductor, plantado pero diezmado por el paso del tiempo. Personifica la actuación del viejo galán de telenovela. Su vozarrón resuena y cautiva. Ya sea, ejecutando un parlamento grandilocuente o rematando un chiste escatológico. El Kepler de Lautaro Delgado Tymruk es como un perro invadido por la sarna. Esconde su sufrimiento hasta que se le escapa en una rascada, en un silencio incómodo, en titubeos. Experimentado y joven habitan el escenario con un trabajo de composición exhaustivo, mientras acumulan lentamente un vínculo que los aproxima hasta lo absoluto.

Narices de metal, barbas extravagantes, candelarios y grandes adornos astrológicos. La obra tiene la apariencia del teatro clásico. Aún así, nunca deja de resultar entretenida y disfrutable en su primer tercio. Guarda, sin embargo, sorpresas suficientes para romper totalmente con ese devenir ya demasiado visto. Entonces, cobra otra dimensión moderna, más íntima y humana. Preferiblemente descubrirlo ahí mismo en la sala.

La desobediencia de Marte es poética, cómica, contemporánea. Tiene el mejor tipo de homenaje a lo clásico que es no tomarlo demasiado en serio. Y, a su vez, un gran ejemplo de teatro sobre teatro. El que piensa a la actuación como parte del mundo real.

Ficha:

intérpretes Lautaro Delgado Tymruk, Osmar Nuñez

director: Marcelo Lombardero

género: drama