De todos los miedos

Un grupo de jóvenes, con la intención de realizar un corto, irrumpen en una casa embrujada donde explorarán las profundidades de la psiquis humana y descubrirán el valor de quienes son en realidad. En su séptima temporada, La casa Ache es una propuesta arriesgada pues el género de suspenso no es común en la escena teatral argentina. No solamente por la dificultad de su verosímil sino por arribar a darle un sentido a aquello que estremece.

La invitación al juego del género es permanente, generando estado de alerta, complicidad y sorpresa en los espectadores.

La puesta en escena pone a tiro todos los efectos sonoros y visuales para construir una atmósfera inquietante desenvolviendo la intriga del miedo que una vez que se contagia no se detiene fácilmente. Además, propone un punto de partida para dar causa a esa emoción que aparenta estar en el exterior, sin embargo, lo más aterrador es descubrir la oscuridad en el interior del ser humano.

La escenografía convence y contiene un único espacio representado por la sala de la casa. Objetos rotos, mampostería sucia, telarañas que dificultan la visión del lugar clausurado. El misterio visual seduce al entendimiento que continuamente esta en búsqueda de respuestas en las ruinas de recuerdos fragmentados. El sonido y la iluminación son efectivos pues impactan en los sentidos generando confusión. Para aceptar las reglas del juego hace falta deseo lúdico que tan conectado esta con la etapa de la infancia. Y este deseo no le falta al público que entre risas nerviosas y silencios demuestran el acierto del hecho teatral, un dispositivo que necesita de fé escénica.

Sucesos inesperados llevan adelante la intriga en las primeras escenas. Luego el guión de Fabiana Micheloud da un giro dramático que pone espeso el vínculo entre los personajes y colabora con el ritmo de la puesta. Así, el climax de la obra se devela cuando el peligro cambia de huésped coqueteando con los miedos reales.

Afuera se oye la lluvia que presagia el misterio de las ruinas de una casa que supo ser soberanía de un alguien poderoso y del que solo quedan ruinas y leyendas. La casa abandonada como elemento simbólico es recurrente pues representa el caos en las bases que sostienen una estructura, amenaza la razón y le abre las puertas a la locura.

Recomiendo consultar por efectos en personas epilépticas a causa de los efectos lumínicos. Por lo demás, es una experiencia recomendable para quienes gusten de la adrenalina y el vértigo escénico.

Ficha:

Actores: Fabrizio Amato, Flora Auruccio, Christian Edelstein, Sebastián López, Candela Rosendo, Nestor Rosendo

Dirección: Fabiana Micheloud

Género: suspenso-drama