Israfel
Ficha
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Datos de funciones:
En cartelera
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Prensa:
Silvina Pizarro
Contame tu condena
La obra transcurre entre 1826 y 1849, y cuenta los infortunios que vivió Edgar Allan Poe tratando de atar en algún puerto, el sueño de vivir de la escritura. Aparece en escena el autor de Israfel, Abelardo Castillo (Aldo Pasteur) quien logra a partir de la narración omnisciente, hacer tangibles para el público personajes, acciones y cambios de escenografía como materializando su imaginario. Castillo escribió este texto en la década del sesenta cuando los artistas aún se juntaban en cafés a leer sus ideas y a dejar el corazón en las mesas. Poe comparte con el tango la misma materia y espíritu que embruja la suerte negra.
En 1968 Fonotex lanzó “Israfel, el cuervo” un vinilo de poemas que incluye también un prólogo de Baudelaire, narrado por Alfredo Alcon, quien protagonizó en 1966 la obra de Abelardo Castillo cuando se estrenó por primera vez.
Edgar Allan Poe (Juan Manuel Correa) despierta en una mesa de bar de Richmond, tratando de salir vivo de sus dudas existenciales y lucha con la bobera del fanatismo político, a su alrededor el mundo es superficial y metal, y esto lo enardece. Se alista en el ejército para no morir de hambre, y luego viaja a Baltimore, a buscar la contención incondicional de su tía Muddie (Cristina Allende). Muddie tiene una hija de catorce años, Virginia, de la que Poe se enamora profundamente, y luego se casan; ella muere años más tarde en la miseria, de tuberculosis, y esta es la puñalada final para el escritor.
La explotación laboral, y el inevitable refugio en el alcohol son algunos de los puntos que más recorre la trama del Dios intelectual de su época -como lo llamó Mallarmé- todo eso y más, desde las tripas del arte, en una dramatización que eriza hasta las alas de abajo del pellejo. Su vida y obra se mezclan con una belleza feroz y fantasmal, que maravilla por lo poético y espanta por lo injusto.
La obra cuenta con un violinista en escena (Ezequiel Moyano) que toca de principio a fin, y le da el toque perfecto de oscuridad y romanticismo. Su presencia en el escenario tiene mucha potencia, parece que Israfel está tocando para Poe, y su alter ego, William Wilson, no lo escucha.
La escenografía está compuesta por una mesa de ajedrez que es donde se ubica el narrador en tiempo presente, y el resto es modificado a medida que pasan los años, aunque la mayor parte de la trama sucede en una taberna donde Poe esperaba el éxito o la muerte. El tabernero (Marcos Woinski) es como un padre para el poeta maldito, por eso busca en él un faro cuando llega al borde de su propio mundo.
La iluminación en esta obra es fantástica, y se complementa con el vestuario y algunos trucos de transición que merecen destacarse. Reina lo poético, la fotografía conmueve y es notable el trabajo y dedicación en los detalles que refiere a la época en que transcurre la obra.
La puesta en escena es sobresaliente, con la dirección de Daniel Marcove esta obra repite “nunca más” como un alivio, como si la ilusión de llegar a las tabernas de la luna para festejar la inmortalidad armara nidos en las butacas, y no tuviera la humanidad que pagar tarde a los artistas con estatuas por no poder reconocerlos a tiempo. Un sueño dentro de otro sueño: el sueño de Poe dentro del sueño de Castillo, y éste, dentro del sueño de Marcove ¡aplausos!.
Ficha:
Dirección: Daniel Marcove
Actúan: Aldo Pastur, Juan Manuel Correa, Cristina Allende, Marcos Woinski, Antonia Bengeochea, Miguel Sorrentino, Diego Sassi, Mario Petrosini, Christian de Miguel, Julieta Pérez, Martin Fiorini y Ezequiel Moyano. |
Género: Comedia dramática
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