Después de la muerte, el mito

Herido en una escuela rural de Bolivia, Ernerto Guevara, también conocido como “El Che”, se encuentra acostado sobre una superficie dura e incómoda. Completamente desalineado, lleva su traje verde militar, mientras reflexiona, repasando algunos momentos de su vida entregada a la lucha por cambiar el mundo. A medida que avanza en sus reflexiones, recuerda e intenta, como dirá Juan Gelman, “apresar los rostros del bello amor humano” hasta que una presencia mítica lo interrumpe. Lari Lari, un Dios olvidado de la mitología andina llega reptando, observa e interrumpe al Che, incitándolo a que duerma su sueño eterno, anticipándole la inminente caída.

Este encuentro llevado a cabo en la escuela rural, entre el 8 y 9 de octubre de 1967, mezcla ficción y acontecimientos históricos que serán transitados en el diálogo de ambos personajes a lo largo de la obra.

Cabe destacar que las actuaciones realizadas por Laurentino Blanco y Theo Cesari, poseen una entrega y un despliegue donde las interpretaciones y el cuerpo son atravesadas por la emocionalidad, pasando de la reflexión teórica a la acción del desplazamiento por toda la escenografía. De hecho, por momentos, el Che rompe la cuarta pared, atravesando el espacio escénico para acercarse al público en uno de los momentos más conmovedores de la obra.

Por otra parte, el coprotagonista que lleva solamente ropa interior, dejando su torso desnudo, realiza una excelente modificación de personajes, modifican la voz y la postura corporal para interpretar: a la maestra que tendrá un breve encuentro con el Che, al militar que lo ejecutó a sangre fría y al dios olvidado.

La iluminación realizada por Raúl Garavaglia y empleada en un trabajo fundamental por parte de la asistente Ana Tolosa, es clave para elaborar figuras del pasado y transicionar a momentos de intensidad o incluso lograr cambios en la ambientación. Por ejemplo, en la escena donde una tímida luz oficia de la nana del Che, generando un encuentro espectral y un retorno a las añoranzas de la infancia.

Entre otras cuestiones, la escenografía recrea con pocos elementos, esa escuela rural donde verá morir al Che, contando con una cama y un cuadro que contiene la frase: “Yo sé leer”.

Por último, la música servirá para construir una atmosfera de ensoñación o generar un clima de tensión ante los conflictos que aquejan a los protagonistas.

En conclusión, la obra “El che y yo” dirigida por Raúl Garavaglia e interpretada por dos excelentes actores, es una gran propuesta para repasar un acontecimiento histórico que marcará a fuego el mito del Che y cambiará al mundo.

Ficha:

Elenco: Laurentino Blanco y Theo Cesari

Dirección: Raúl Garavaglia

Género: Drama