El buen destierro

El buen destierro

Ficha

  • Datos de funciones:

    Información sobre las funciones, en la cartelera

  • Prensa:

    Marisol Cambre

 

Los claustros del deseo

La sensualidad de las imágenes de algunos santos de la iglesia ha despertado, a lo largo de la historia, el deseo prohibido de muchos de sus seguidores. Tal es el caso, por ejemplo, de San Sebastián que se ve encarnado de forma metafórica en la obra de Teneessee Williams: “De repente el último verano”. Este santo se convirtió- a través de la mirada de escritores como de Oscar Wilde y Yukio Mishima, entre otros- en un icono del erotismo homosexual. El dolor, el misticismo, el erotismo, lo prohibido, la religión y la masculinidad, son algunos de los temas que atraviesan la trama de esta obra escrita por Alfredo Staffolani.

La historia transcurre en un lugar a las afueras de la ciudad donde un joven – huyendo de la relación tormentosa que lo ata a su padre-, busca refugio en un monasterio. Allí lo reciben dos monjes que intentan reprimir o sublimar los deseos carnales que el muchacho despierta en ellos, y, a su vez, intentan darle un sentido a su llegada: una prueba de fe que su Padre – el todo poderoso- les envía.

Situada cronológicamente en los años 80’, la música tecno y funcional estarán presentes dentro de la intriga, ya que existe en aquel sitio un novedoso aparato que dará lugar a la búsqueda de la salvación y de la conexión espiritual.

Tanto la dirección como la dramaturgia de Staffolani, logran generar imágenes potentes en la retina del espectador; lo sumergen en un universo difícil de evadir. El lenguaje de la obra, entre lo coloquial y lo poético, se instala en el cuerpo de los actores planteando distintos registros de actuación que los intérpretes encaran con gran acierto. Los cuerpos en escena, al igual que las palabras, cuentan las metáforas y los atravesamientos de una obra compleja y controversial.

En el orden de las interpretaciones cabe destacar las actuaciones de Javier Rodríguez Cano (Aldo, el grande) y Mariano Sayavedra (Roberto), quienes representan a dos monjes que, con mucho humor, logran generar momentos hilarantes que descomprimen la intensidad dramática de algunos pasajes del texto, y dotan de mucho humor esta propuesta. La escenografía, el vestuario y la música funcional componen un todo complementario y necesario para la conformación de una puesta sólida, que no deja ningún detalle al azar.

“El buen destierro” es una obra que aborda con humor, y también, cierto dramatismo, temas de gran relevancia para un público que se permita pensar, desacralizar algunos dogmas y abrirse a nuevas preguntas.

 

Ficha:

Intérpretes: Nicolás Balcone (el padre), Gonzalo Bourren (Manuel), Javier Rodríguez Cano (Aldo, el grande), Mariano Sayavedra (Roberto)

Dirección: Alfredo Staffolani

Categorías: Reseñas

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