Plato fuerte

La historia transcurre en una estancia aristocrática, más precisamente en su cocina. Con motivo de que Nicole, una cocinera experimentada que trabaja desde hace años para esa familia, piensa tomarse unas largas y merecidas vacaciones, contratan a Elisa, una aprendiz casi sin experiencia en el rubro culinario, pero con mucho entusiasmo para incorporar conocimientos.

Así es como se va forjando la relación entre las protagonistas. Un vínculo que está atravesado por cuestiones de abuso de poder, donde la persona que ejerce ese dominio, en este caso por medio del conocimiento, es la que oprime a la otra propiciándole maltrato, sobre todo, psicológico.  A Elisa no le queda otra opción que aceptar esa dinámica de opuestos, de opresora/oprimida, por miedo a las represalias que Nicole, y luego los dueños de casa, pudieran tomar contra ella. Elisa acepta, se somete, resignada, a los caprichos y malos tratos de Nicole, a desempeñar ese rol de sumisa, a soportar la tortura psicológica que le propicia.

Los personajes están magníficamente encarnados por las actrices Gabriela Villalonga y Luciana Procaccini, ya que la interacción de ambas genera un contrapunto muy interesante y atractivo que profundiza esta disparidad en los roles de poder. Tanto el tipo de actuación como las caracterizaciones resuenan en un tono grotesco que por momentos tiene tintes tragicómicos, generando en el público algunas risas incómodas que descomprimen la tensión de lo expuesto en escena. La situación planteada en la obra, de una manera metafórica, nos remite a los más crueles actos perpetrados en plena dictadura militar, como las torturas y hasta la apropiación de bebés.

El ambiente escenográfico, diseñado por Alejandro Mateo, en el cual se desarrolla la obra está estratégicamente construido para darnos la sensación de ese submundo pequeño, atiborrado de objetos -la cocina-, dentro de una enorme estancia, del cual no deberían salir las cocineras, ya que no pertenecen a otro lugar y lo que sucede afuera de su dominio no es de su incumbencia.

La música y efectos sonoros, así como también la iluminación circunscriben aún más esta especie de celda en la cual conviven los personajes.

“Cocinando con Elisa” es una excepcional obra escrita por la dramaturga Lucía Laragione a principios de los años ´90, que resultó ganadora del premio María Teresa León de la Asociación de directores escénicos de España en el año 1994. En esta oportunidad, bajo la dirección de Mariana Giovine, varios años después de haber sido escrita, sigue tan vigente como si hubiese sido representada por primera vez.

Ficha

Actúan Gabriela Villalonga, Luciana Procaccini

Dirige Mariana Giovine

Género Drama