El borde de sí mismo

El borde de sí mismo

Ficha

  • Datos de funciones:

    En cartelera

  • Prensa:

    Débora Lachter - Comunicación | Prensa

 

Sumergiéndonos

El borde de sí mismo es una serie de exhibiciones que forman parte del catálogo del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y alcanzan este año su tercera temporada. Quiénes realizan su curaduría son Alejandro Tantanian y Javier Villa.

Por si no lo conocen, Alejandro es director, dramaturgo y docente. Trabajó como director del Teatro Nacional Cervantes y, actualmente se encuentra en este proyecto como curador. Javier Villa, curador senior de este museo es quién lo acompaña.

La idea de esta serie surge de una frase de Paul Celan que propone que ese lugar, “el borde”, es donde el poema se afirma. Entonces, la consigna es juntar o más bien serializar, artistas escénicos y plásticos en el espacio del museo y mostrar dentro de esa experimentación un proceso que desnude alguna de las formas de sus respectivas disciplinas. Durante seis semanas, una propuesta por semana. Todos a partir de una consigna que dialoga con alguna exhibición o temática presente en el museo.

En 2023, el tema es el universo encarnado en la exposición A 18 minutos del sol donde se pueden apreciar las obras de más de noventa artistas. Cada artista que forma parte de El borde de sí mismo propone un dispositivo que indaga una forma de encarar esta curiosidad desde una perspectiva

distinta. En el corazón de esta propuesta aparece Pequeño espacio de concientización cosmológica. Dispositivo que ocupa la segunda semana de la serie y está encarnado por Ernesto Ballesteros.

Por si no lo conocen, Ernesto Ballesteros es, antes que cualquier otra cosa, artista plástico y una persona totalmente atravesada por la cosmología. Esta inquietud se puede corroborar atendiendo a esta exhibición en el museo pero también en muchas de sus exhibiciones y muestras.

Su intervención en la serie, como bien explicitado está en su título, es un espacio contraintuitivo dentro del marco de

un museo. No es una pieza elaborada para ver a distancia, sino un sumergirnos en la cosa. Ernesto se sienta en un banquito, bajo el calor de un foquito, junto a una pizarra y le pide al público que se acerque lo máximo posible para, por un lado no forzar su voz y, por otro, asegurarse que lo escuchen bien. Pero más bien para componer un universo en miniatura construido a partir de una especie de fuerza gravitacional íntima. La fuerza que opera en este modelo es “el interés por el cosmos”.

Una vez el público rodea a Ernesto, se conversa sobre el universo. Primero una introducción que desborda de honestidad y pasión. Que explica y metaforiza sin bajar el registro. Luego, un espacio abierto a preguntas e interacciones. Siempre con “el cosmos” como centro. Incluso llama poderosamente la atención cierta ausencia estética, el borramiento (no forzado) de lo plástico o lo pictórico.

Entonces, se puede decir que esta muestra está en el corazón de la serie porque emana esa fuerza centrípeta por el tema, por el pensamiento astronómico, por habitarlo por esa fracción de tiempo. ¿Qué pasa entonces con el borde? el borde, se puede conjeturar, surge del dispositivo “antimuseo”. El conversatorio, no es una clase, ni una indagación filosófica y hasta excluye lo literario. Coquetea con algo escénico y algo plástico, seguro. Pero tangencialmente. Ahí se adivina el borde.

La sensación al dejar el espacio es más bien de liviandad y de vacío, ¿curioso, no?. Una incertidumbre sin rabia. Seguramente haya algo de incompletud que se va curando con la superposición de exhibiciones semana a semana, con la experiencia de A 18 minutos del sol (que lamentablemente no está disponible) o con una búsqueda personal por ahondar en el universo. En ese sentido, triunfa Ballesteros en hacer esa invitación a seguir sumergiéndose.

Ficha:

curador: Alejandro Tantanian, Javier Villa

participa: Ernesto Ballesteros

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Categorías: Reseñas

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