Una bomba… sin crema

Yiya Murano, la envenenadora de Monserrat… ¿algún desprevenido no conoce su historia?… por las dudas, un resumen. Primer trimestre de 1979, tres mujeres fueron asesinadas… tres amigas de Yiya… tres acreedoras de Yiya. Al parecer luego de comer unas belicosas bombas de crema caseras, preparadas por Murano, murieron; tiempo después se descubrió que las mases tenían un ingrediente secreto: cianuro.
Fueron dieciséis los años que esta mujer pasó en la cárcel, luego se dedico a los medios, donde nunca admitió haber cometido los crímenes.
Casi 40 años pasaron de los hechos y hoy el teatro musical, habla de esta mujer que casualmente era gran seguidora del género.
Karina K es Yiya… una desopilante asesina. Lo primero que cabe resaltar, es lo mucho que se nota como juega y se divierte en escena, cosa que se transmite a la platea. Decir que Karina es una de las mayores exponentes de los musicales porteños, no es ninguna novedad, decir que se gano su lugar y que lo reafirma con cada cosa que hace… tampoco. Su calidad interpretativa pareciera no tener techo, K pone el cuerpo y la voz a este personaje, de manera impecable. Desde sus movimientos, su decir, su accionar, su gestualidad… todo lo que dice sin hablar, no hay nada que objetarle. Un trabajo extraordinario.
La acompañan: Tomás Fonzi, quien interpreta a Fabián, su hijo; un trabajo fresco, sutil, afianzándose en el género, muy linda interpretación, medida y justificada en cada momento.
Jorge, su amante, interpretado por Fabián Gianola; el típico chanta comprador, divertido, es quien saca el lado más “salvaje” de la protagonista.
Para tener un amante, es necesario contar con una pareja y ese rol, el de Ricardo, su marido, es llevado a cabo por Patricio Contreras. Su personaje es enternecedor, un marido amoroso, que tolera los no tan buenos tratos de su mujer porque la ama, un caballero. Una muy buena construcción de Patricio, quien también sale airoso a la hora de cantar y bailar.
No faltan las amigas… las asesinadas, encarnadas por Tiki Lovera, Virginias Kaufmann e Iride Mockert, tras grandes interpretes, divertidas, excelente compañía para la protagonista, vocal e histriónicamente deliciosas.
Todo esto se da en una escenografía simple y funcional pero a la vez grandilocuente por su planteo… glamosora. Una gran escalera blanca que abarca casi todo el escenario, donde los juegos de luces harán su trabajo y cobraran el centro de la escena.
¿Quiénes están detrás de todo esto? Un trío que vuelve a demostrar que pueden hacer grandes cosas juntos: Ricky Pashkus en la dirección, Osvaldo Bazán con el libro y Ale Sergi, responsable de la música.
Un gran libro, ágil, divertido, cuenta esta historia de manera certera, efectiva y muy entretenida, todo va sobre rieles. La música acompaña el ritmo del relato, es pegadiza, fresca, guía y sigue a la historia simultáneamente, mantiene al espectador al borde del asiento, a punto de pararse a bailar.
Ricky por su parte hace que todo fluya como las aguas de un río, que todo se vea simple a los ojos del espectador, el trabajo que hay detrás es notorio, pero se invisibiliza y todo funciona como es esperable, sin fisuras.
Con músicos en vivo: Bruno Valera, Diego Goldzsein y Bruno Delucchi, aportando emoción al vivo.
Una obra basada en hechos reales, una asesina que se volvió mediática y hoy es parte casi del folklore popular, quien hizo que ofrecer una masita, según el contexto, tenga un peso particular.
Un espectáculo que da cuenta como cuando un grupo de trabajo funciona, eso se refleja en el producto final. Divertida, sumamente divertida, un musical que hace reír como hacía bastante un musical no lo lograba.

Ficha:

Con:
KARINA K – FABIÁN GIANOLA – TOMÁS FONZI – PATRICIO CONTRERAS
Con Virginia Kaufmann, Tiki Lovera e Iride Mockert
Libro: Osvaldo Bazán
Música original: Ale Sergi
Dirección musical: Bruno Delucchi
Coreografía: Alejandro Ibarra
Dirección general: Ricky Pashkus
Producción general: Gabriel García y Juan Pelosi