Todos somos responsables

Ocho son los protagonistas: Debbie (Mery Hernández) y su mamá Silvia (Laura Oliva), Mary (Tiki Lovera) y su hijo Eddie (Máximo Mayer), Cristina (Florencia Rovere) y su hija Sofi (Elis García), Jason (Fabián Vena) y Anita (Florencia Otero Ramos), su asistente.

Jason es médium, uno de los buenos y todos los demás son sus clientes, aunque algunos no lo sepan en primera instancia. Debbie, Mary y Cristina contrataron sus servicios para contactar a sus seres queridos… que claramente son los otros tres personajes. Ahora todos están ahí, compartiendo tiempo, espacio y sobre todo la primera posibilidad en muchos años, de comunicarse una vez más, para poder decir aquello que les quedo pendiente. El profesional puede ayudarlos, pero todo tiene un precio y no hablamos de dinero, esto puede llegar a ser determinante para elegir un camino.

Un musical que cuenta historias pequeñas o enormes, de esas con las que todos podemos ser tocados, profundas, sentidas, duras, legitima y totalmente humanas. Historias muy bien contadas, tanto que hacen vibrar las fibras más sensibles de quien se deje llevar por ellas.

Una temática que tienta a la sensiblería fácil, pero no caen en eso, sino que se cuenta con autenticidad y todo se vuelve una melange, donde el humor está presente de manera permanente para descomprimir, todo tiene su tiempo, su espacio, la curva dramática permite pasar por varios estados.

Cada uno de sus protagonistas logra lucirse, cada uno de ellos toca una nota diferente en esta melodía final, se complementan, dan diferentes tonos, aportan desde diferentes espacios, son todos grandes intérpretes y la forma en que interactúan, se agradece.

Todo esto acompañado por la música en vivo, esta queda en manos de Hernán Matorra, quien ayuda a contar la historia desde un lugar oculto del escenario, donde hace magia con su piano.

Pensando ahora en los aspectos más duros de la puesta, el espectáculo tiene una escenografía muy completa, donde se ven diferentes espacios conviviendo, sin la necesidad de sobrecargar el escenario de elementos; esto se complementa perfectamente con el diseño de luces, que ayuda a generar los diferentes climas que se requieren.

Todo ocurre en 1999, en New Jersey y todo da cuenta de la época, tanto el vestuario como la “vestimenta” del inmueble.

Una obra para pensar en cuanto podemos afectar a nuestros seres queridos, si bien aquí se muestra con miembros de “dos mundos”, aplica a la diaria, a aquellas personas con las que nos relacionamos, aprender a respetar, dejar el egoísmo de lado y soltar cuando es necesario.

Ficha:

Fabián Vena, Laura Oliva, Flor Otero, Meri Hernández, Tiki Lovera, Florencia Rovere, Elis García y Máximo Meyer

Dirección General: Juan Alvarez Prado
Dirección Musical: Hernán Matorra