El narcisismo de los mundos

En el interior de su casa, un escritor camina y reflexiona sobre su vínculo con la escritura y el mundo de los escritores. En bata, con su remera blanca, un pantalón corto y unos zapatos negros con medias hasta las pantorrillas, el escritor recibe al público, los invita a acomodarse antes de emprender su difícil relato desde el éxito literario hasta la imposibilidad de producir otra obra.

El guión aborda la vida de un escritor que se encuentra en serias dificultades para volver a producir una novela, repasando su vida, la relación con los autores que desprecia y analizando el mundo de la literatura comercial, como así también, el entorno que construye un mundo de representaciones sobre los escritores.

En este pasaje por sus diferentes etapas, la excelente interpretación de Diego Velázquez va de la expresividad de la calma hasta la intensidad de las emociones. En este aspecto, acompaña estas transiciones modificando su acción vocal y transformando el timbre de voz de manera socarrona o acentuando la entonación para cambiar el ritmo textual.

Por otra parte, cabe destacar que el actor mantiene al público atrapado en su interpretación y en su red lingüística tejida por la brillante pluma de Roberto Arlt. Aunque el texto tenga un lugar preponderante en la obra, Diego Velázquez le otorga vida, empleando el guión como una partitura que se desplegará en todo el escenario, tanto física como textualmente, modificando la intensidad y el ritmo de la obra.

El empleo del cuerpo con sus modos elegantes o primitivos se desplegará en un escenario que representa el comedor de una casa con su sillón blanco con detalles marrones, la mesa para escribir y sostener su gran obra, aquella que el autor reniega. Todo este espacio tendrá una tabla en el centro del escenario, donde el escritor se subirá como quien pronuncia un discurso desde su altar de madera para luego descender a su vida miserable y solitaria.

En cuanto a la iluminación, Oria Puppo y Omar Possemato realizan un gran trabajo, atentos a los pasajes de mayor intimidad con el espectador, para proyectar una iluminación nadir o cenital según lo requiera la escena.

Además, es esencial la labor de Marcelo Bonilla ya que el actor realiza diversos intercambios con el asistente para marcar lugares en el espacio escénico o recordar líneas textuales, recordándole al espectador que todo es un gran artificio, incluso la literatura.

En conclusión, esta gran obra titulada: “Escritor fracasado”, adaptada por Marilú Marini y Diego Velázquez, es una excelente propuesta para disfrutar de una pieza teatral donde la falsedad y el narcisismo es un espejo donde se refleja el pequeño mundo del arte y el mundo actual se replica.

Ficha:

Elenco: Diego Velázquez

Dirección: Marilú Marini

Género: Drama