Algo huele mal en Colegiales…

No es un teatro. Es una hermosa casa, muy luminosa, llena de plantas y colores. Llegamos a través de una dirección que nos mandaron por whatsapp. Un patio soleado y lleno de primavera nos da la bienvenida, acompañada de una copa de vino y algo para picar. El patio da a una cocina abierta e integrada a un gran salón, donde se llevará a cabo la obra. Música electrónica en vivo inunda el ambiente interior y exterior de este reducto que nos llena de intriga y misterio. Una vez llegado el último de los invitados, nos hacen pasar a la sala que tiene un gran ventanal a la calle, para acomodarnos frente a una pasarela donde en uno de los extremos espera ansioso un sillón de estilo que invita a la imaginación. A partir de ahora, todo dejará de ser realidad, la ficción se apoderará del espacio, y de cada uno de los presentes. La realidad se escabullirá por la puerta para convertirnos en espectadores azorados de un mundo paralelo que nos absorbe, nos oprime y nos quita la respiración. Hamlet, el mítico príncipe de Dinamarca creado por la pluma del universal Shakespeare, se presenta ante nosotros, desgarbado, atrevido, mundano, millenial… pero igual de conflictuado que el original. Poco a poco los principales responsables de su desdicha se hacen presentes: su madre Gertrudis, tu tío Claudio, su amigo Horacio, el amigo de su padre Polonio y su joven amada –hija de este último- Ofelia. Uno a uno cobran vida en esta casa de Colegiales vestida para tales efectos, claro que estos seres distan mucho de sus antecesores. Otro es el contexto en el que se desencadena la tragedia; La distancia real y simbólica conlleva una imprescindible resignificación del objeto Hamlet como tal; imposible aferrarse al original para poder dar lectura al que se manifiesta frente a nosotros.

Escrita y dirigida por Paola Lusardi “Ojalá las paredes gritaran” narra de manera rupturista e innovadora las desdicha de este príncipe –ahora oriundo de Villa Crespo-, en cuya puesta se destaca de manera esencial la utilización y la resignificación de lo espacial, y la exploración poética de ciertos elementos. Con respecto al primer punto, el espacio se transforma en un protagonista más de la obra; explota y se manifiesta en múltiples significados: adentro/afuera, arriba/abajo, lo que se puede ver/lo que no se puede ver. En cuanto al segundo punto, la comida y el vino se presentan desde el inicio como nexos conductores de la intriga que se va a desarrollar, y el agua –vedette de la puesta- casi como pulsión de vida se abre paso en este camino sinuoso lleno de mentiras que debe recorrer el protagonista para llegar a la verdad. El elenco está compuesto por Julián Ponce Campos (Hamlet), Antonella Querzoli (Gertrudis), Martín Gallo (Claudio), Augusto Ghirardelli (Polonio), Mariana Mayoraz (Ofelia) y Santiago Cortina (Horacio). Todos confluyen en una misma fuerza arrasadora que hace estallar al texto, apoderándose de un nuevo sentido. La música del ya mencionado Cortina y de Ignacio Cantisano acompaña y potencia las distintas tensiones en pugna que se expresan con absoluta virulencia.

“Ojalá las paredes gritaran” parte de un clásico, pero abre su camino propio para distanciarse claramente del mismo. Apropiándose de nuevas formas de “contar” el teatro, ofrece al espectador un universo lleno de misterio y de interrogantes donde cada uno es dueño y responsable de su propio sentido, que emerge difuso entre la ficción y la realidad.

Ficha:

Hamlet: Julián Ponce Campos
Gertrudis: Antonella Querzoli
Claudio: Martín Gallo
Polonio: Augusto Ghirardelli
Ofelia: Mariana Mayoraz
Horacio: Santiago Cortina
Autoría y dirección: Paola Lusardi
Directora asistente y co-autora: Leila Martínez