Metamorfosis para ciegos

Los demonios está basada en la novela de Fiodor Dotoievsky  que lleva el mismo nombre, no replica las escenas pero si el espíritu encantador de sus ideas.  Fiodor fue uno de los escritores rusos más importantes del siglo XIX,  proponía en su literatura dar acción a una metamorfosis humana psicológica, filosófica, social y ética porque creía que solo la belleza podía salvar al mundo. Algunos lo llamaron profeta por escribir que el hombre no  podía organizar una tierra sin Dios, y que cuando lo intentaba solo lograba más y más conflicto entre los hombres.

Esta obra retrata con excelencia la llegada del nihilismo a Rusia, y muestra como dos generaciones: la los idealistas liberales de 1840 que representa el intelectual Stepan (Fernando Blanes) y la de los revolucionarios nihilistas de 1860 representada por  Piotr Verhovensky (Jonathan Di Constanzo) -como su hijo- se enfrentan y matan a Dios desatando el caos en un pueblo chico con infierno grande que aplica a cualquier época.

La calle está vacía,  la cita es en un convento del 1600 que abre sus crujientes y altas puertas de noche, tiene de anfitriones a los mismos actores de la obra con el vestuario listo,  acusa cruces negras invertidas en las escaleras como parte irónica de la construcción del monumento histórico, todo lúgubre en su inmensidad y silencio parecido a los pasillos de las bóvedas de los cementerios, hay eco, gatos, y los ventanales parecen dudosos espejos por la neblina; el lugar es perfecto para la obra.

Con la sugestión activa, antes de que las luces se enciendan se escuchan golpes en las paredes y Piotr es iluminado caminando en ellas como un insecto gigante poseído, que siente placer, realmente supera cualquier peli de terror. Son trece actores en escena, algunos de ellos hacen más de un papel y en ningún momento se torna aburrido, es como presenciar un thriller psicológico existencialista que conquista con las palabras y perturba con las imágenes. El escenario se extiende hasta el pasillo del anfiteatro del convento, ahí se escuchan gritos reiteradamente, y se golpean las puertas.

El trabajo en equipo de esta compañía (Teatro Argentino de Cámara – Teatro El Convento) es sublime, son como un gran engranaje donde todos son necesarios para el funcionamiento de la obra y el imaginario del director. La puesta en escena es una coreografía, priorizan la sincronización en la construcción colectiva de movimientos en constante simbiosis fondo-primer plano. Los que quedan en el fondo se mueven lentamente participando de la simbiosis de lo que sucede en primer plano como oyentes de la destrucción, se acarician, se provocan, se retuercen, están poseídos por sus ideas que son en realidad, los únicos demonios.

 

Ficha

Actúan: Claudia Benavides, Fernando Blanes, Pame Caro, Bruno Chmelik, Jonathan Di Costanzo, Mimi Ferraro, Nina Gianuzzi, Mayra Nerea García Giménez, Alejandro Ivanoff, Santiago Moreira, Ariel Puente, Graciela Rovero y Fabio Verón

Dirección: Martin Barreiro