Que tu sueños sean más grandes que tus miedos

Entran los espectadores a la sala. Bajan las luces lentamente haciendo que el público baje la voz y se prepare para la función.
Entran los músicos y con unos pocos acordes de violín y piano, van a generar una divertida melodía que va a resonar en la cabeza de cada asistente por unos cuantos días.

Por último, ingresa en escena el payaso de esta historia. Desde su entrada, genera algunas risas cómplices.

Durante una hora, iremos descubriendo un pedacito de la vida de este payaso, su rutina y sus sueños.

Se combinan las técnicas de clown, mimo y malabares, haciendo que todo sea dinámico y fluya de una manera muy natural. Pero en realidad, todo está coreografiado y sincronizado con la música en vivo y la iluminación. De todos modos, se puede ver a un artista muy atento a todos los estímulos que recibe de afuera, y los utiliza a su favor.
A lo largo del espectáculo las carcajadas irán en aumento hasta un sorpresivo momento en que las mismas desparecerán, para dar lugar a la nostalgia y compasión.

Hay un pequeño número a oscuras, en el que lo único que vamos a ver son dos lucecitas que nos van a contar una breve historia en la que cada persona, le podrá dar el significado que quiera, llevándose seguramente, una linda metáfora.

Sinceramente, hay muchas cosas para resaltar.
Partiendo de los músicos en vivo: Santiago Blomberg y Manuel Katz. Ambos muy talentosos, precisos y carismáticos, con pequeñas intervenciones actorales.
La escenografía es muy vistosa, caricaturesca y hasta un poco retro.

El diseño de luces favorece muchísimo a la puesta, generando momentos de tensión, de soledad y de fantasía.

El vestuario, termina de completar la personificación de este tragicómico payaso, siguiendo la línea de la escenografía en cuanto a las texturas y paletas de colores.
Sobresale también el trabajo del director Gabriel Páez, por su visión panorámica. Se percibe una observación muy minuciosa en cuanto a todos los detalles de la puesta, en la que hay abundancia de recursos, pero es una excepción a la regla “menos es más”.
Dejamos para el final la labor de Agustín Soler, quien le da vida a este histriónico payaso, que merece ¡reconocimiento internacional! Sin dudas, un artista que se destaca por su carisma; Su amplia capacidad gestual, vocal y corporal; Su dominio en los malabares; Su manejo del humor y del drama; Su mando en escena; Y su organicidad para la improvisación ¡Aplausos de pie!
Para todos aquellos que desconozcan lo que es el clown, pueden iniciarse tranquilos en “Ruedos de un payaso” que, sin dudas, saldrán maravillados.

 

Ficha:
Autoría e interpretación: Agustín Soler

Músicos: Santiago Blomberg, Manuel Katz

Dirección: Gabriel Paez