Si yo encontrara un alma como la mía

Un departamento desordenado, en el cual los objetos se acumulan de manera caótica como si fueran los recuerdos de una persona que ha vivido mucho, de alguien que se dejó estar y que no puede hacerse cargo de arreglar esa situación sin ayuda alguna. Este es el departamento de Mario, un viudo de unos sesenta años que trabaja en un local de reparación de electrodomésticos en el barrio porteño de La Paternal. Vive solo, ya que su hijo se radicó con su familia en el exterior desde hace un tiempo. Un día, siguiendo el consejo de una pareja de amigos, decide contratar a una mujer para que lo ayude en la ardua tarea de limpiar y acomodar ese desastre en el cual se acostumbró a vivir. Así es como Azucena entra en su vida.

Azucena es una mujer de unos cincuenta años, cuyo marido está enfermo desde hace tiempo y se ve obligada a trabajar casi sin descanso por este motivo, viajando asiduamente más de una hora desde del conurbano. Se nota en su expresión un dejo de tristeza como el que tienen las personas que están acostumbradas a lidiar  día a día con todo tipo de adversidades. Pero sin embargo, también se deja ver su carácter apacible y su actitud positiva, que demuestra su gran capacidad de resiliencia ante la vida que le toca. Parece ser una mujer de pocas palabras, de decir lo justo y necesario para cada ocasión. En cambio a Mario se lo nota un hombre verborrágico, que en cada momento tiene un dicho o refrán para acotar. Martes a martes, se va entablando un vínculo cada vez más cercano entre los personajes, al punto de que comienza a nacer una gran afinidad entre ellos.

Esta hermosa historia escrita y dirigida por Verónica Mc Loughlin logra identificarnos desde el principio con estos personajes que bien podríamos encontrarlos en la vida real, que podría tratarse de algún vecino o familiar, alguien de nuestro entorno más cercano. Y en eso reside la belleza de esta obra, en la capacidad de hallar lo que nos conmueve en algo cotidiano. Las muy buenas actuaciones de Karina Antonelli y Mauricio Minetti, se muestran acordes al tinte naturalista de la pieza.

Todos los aspectos de la puesta en escena están acordes a esta impronta naturalista. Desde la escenografía propuesta por Emiliano Pandelo que utiliza las puertas y ventanas de la sala para hacer más realista la recreación de este departamento, hasta los objetos minuciosamente elegidos para mostrarnos aspectos de la personalidad y la biografía de Don Mario. Además juegan un papel preponderante tanto la iluminación (Lucas Orchessi), que recrea un ambiente al principio un tanto lúgubre, que luego con la presencia de Azucena va iluminándose cada vez más; también el sonido (Nicolás Diab) es de gran importancia ya que nos permite reconocer en las canciones seleccionadas características significativas de los personajes. Asimismo es importante la selección   de vestuario planteada por Luciana Monteleone, ya que mantiene esta idea de lo cotidiano.

Por todo esto, “Hasta el martes” es una excelente opción para ver del teatro off porteño.

Ficha:

 

Actúan: Karina Antonelli y Mauricio Minetti

Dramaturgia y dirección: Verónica Mc Loughlin