Cuando la fuerza de la vida le juega una pulseada al paso del tiempo

Esperanza es una mujer perteneciente al grupo etario denominado “tercera edad”, aunque su energía vital no se condice con su documento. Se siente asfixiada por el seguimiento de su hija Raquel, con quien no mantiene una buena relación. Quizás también se deba a que su hija preferida está muerta, y tuvo que apoyarse en ella, “la que le quedó”, y con la que no se identifica en lo más mínimo.

Como muchas veces sucede con los padres cuando ya son grandes, se intercambian los roles con los hijos, y estos últimos terminan poniendo límites, dando sermones, cuestionando comportamientos, etc. Además Raquel es mucho más estructurada, rígida y terrenal que Esperanza, quien quiere volar detrás de su libertad que se ve cada vez más acotada. Un día aparece en sus vidas Norma, una podóloga vecina del barrio, para tratar algunos problemitas que tiene en sus pies, algo maltratados y gastados por el propio paso del tiempo. En un principio la relación entre la especialista y la anciana no será la mejor, pero poco a poco irá estableciéndose un vínculo de confianza, que permitirá un intercambio de secretos y confesiones, traspasando la mera relación profesional entre ambas. Así dará paso a una conexión triangular entre madre, hija y podóloga que tendrá sus momentos de fricción y otros de frágil armonía. Pero ellas no son las únicas protagonistas de esta historia; hay otro ser con el que convive Esperanza–por momentos de manera real y por momentos de manera onírica-. Ella es Lucía, cómplice y compañera de su encierro, y con la que las demás se relacionan intermitentemente.

Nadie parece comprender realmente lo que siente esta mujer con bríos y energía joven encerrada en un cuerpo de anciana. Su único escape de la realidad que la sofoca es su fuerte nexo con el televisor, que le permite construir un universo paralelo donde ella es la protagonista de una historia de amor con Roberto, su galán del noticiero. Con el correr de los días irán surgiendo roces que irán corroyendo las diferentes relaciones dentro de este entramado vincular, de por sí complejo, provocando un desenlace inesperado, que le dará un nuevo sentido a las palabras de Esperanza y el tiempo será el consagrado final.

De esto trata “En pie de esperanza”, obra escrita y dirigida por Leonel Dolara que se presenta como un alegato existencialista sobre el tiempo y la vida misma, sobre la juventud y la vejez. Como metáfora nos presenta a Esperanza envestida en el cuerpo de una mujer joven (Lorena Szekely), a su hija Raquel y su amiga Lucía, en actrices de mayor edad (Stella Minardi y Rosella Bosco), y a Norma (Gabriela del Mar) en su contemporánea. Esta cronología asimétrica de las edades y las personalidades se verá sustentada por el vestuario de Hernán Álvarez, que le otorga colores más brillantes y vivos a la protagonista y al personaje irreal de Lucía, mientras que las demás usan colores más apagados y neutros. La escenografía realista de Alejandro Mateo se centra en el living comedor de la casa, cuyo elemento principal –desde el punto de vista dramático- es el televisor. De él surgirán las voces en off de Mariela Techoueyres y el propio Dolara, recreando el universo paralelo de la ficción. Los cambios de luces (a cargo de Fernando Díaz, Germán Giacalone y Leonel Dolara), posibilitan los diferentes climas dramáticos y sus intensidades, así como los cambios de escena.

“En pie de esperanza” nos invita a reflexionar sobre el tiempo, los años y la vida misma. La juventud y la vejez, y cómo muchas veces la edad cronológica entra en conflicto con la edad del espíritu, que es la que verdaderamente refleja quiénes somos y cómo nos sentimos. También nos hace reflexionar sobre la relación que tenemos con nuestros adultos mayores, y las distintas conflictividades que van apareciendo cuando el inexorable transcurrir de los años hace que nos convirtamos en padres de nuestros padres. Para pensar.

Ficha

Intérpretes: Lorena Szekely, Gabriela del Mar, Stella Minardi y Rosella Bosco; Voces en Off: Mariela Techoueyres y Leonel Dolara

Puesta en Escena y Dirección General: Leonel Dolara