El juego del terror

Para jugar a este juego, se requiere una tabla especial que contiene letras, números y una variedad de símbolos. Los participantes deben deslizar un pequeño puntero sobre la tabla con sus dedos. El objetivo principal de este juego es abrir una vía de comunicación con espíritus o entidades del más allá. De esta manera, estas pueden intercambiar palabras, responder preguntas y, por un breve momento, coexistir en el mundo de los vivos. Sin embargo, las leyendas advierten que si los jugadores no juegan con respeto, podrían desencadenarse sucesos verdaderamente aterradores.

En el año 1950, cinco amigos de la escuela se reúnen en una casa abandonada para jugar juntos a este enigmático juego conocido como la ouija. Entre risas nerviosas, bromas pesadas y una creciente anticipación, resalta la figura de Antonio, el último de los amigos en llegar al lugar de encuentro. De todos, es el más serio, y es quien porta la célebre tabla, ya que es quien conoce más del tema por los relatos y consejos que le compartió su abuela. Mientras el grupo se lo toma como una aventura y un juego divertido, Antonio los baja a tierra y se rehúsa a tomárselo con inmadurez. Para él, esta experiencia trasciende un simple juego inocente.

Tras el rotundo éxito de «El juego» en 2018, una obra que comenzó en el Teatro Kairos, Francisco Ruiz Bartlett asumió la responsabilidad de escribir la precuela de esta historia y llevarla a escena en el mismo teatro. En esta ocasión, contó con la colaboración de Matías Puricelli en la dirección.

En cuanto a si es necesario haber visto o tener conocimiento de la primera entrega de esta historia para disfrutar de «El juego, Inicios,» la respuesta es que no. Esta obra se destaca por su capacidad para sostenerse por sí misma. En ningún momento se requiere ningún contexto adicional más allá de lo que la obra misma proporciona.

Ya al ingresar a la sala del teatro Kairos, el espectador tiene el presentimiento de que algo va a salir mal. El ambiente está saturado de humo, y la escenografía es completamente gris. Sin embargo, cuando los personajes hacen su entrada, se presentan como ingenuos y divertidos, típicos adolescentes. Es una simple reunión de amigos de toda la vida, con algunas bromas pesadas, romances adolescentes y la dinámica de una hermana con su hermano pequeño que le da vergüenza. En este primer acto, la obra se apoya inteligentemente en la comedia para generar risas y confianza en el público, demorando la esperada llegada del terror y creando un suspenso que culmina en inesperadas sorpresas.

Una de las principales virtudes de esta obra de teatro radica en las destacadas actuaciones de su joven elenco. Hacer teatro de terror no es tarea fácil, requiere una convicción sólida y superar el miedo a abordar temas que suelen inquietar a la audiencia. Los actores no solo muestran un enfoque y una concentración excepcional, sino que también tienen una notable química entre ellos.

Además, cabe destacar la puesta escenográfica, a cargo de Giuliano Benedetti, y una gran puesta de luces, a cargo de Samir Carrillo. Los directores de “El juego, Inicios” comprenden de manera magistral cómo elementos como las luces y la niebla contribuyen al género de terror y los utilizan para intensificar momentos clave de la obra.

«El juego, Inicios» es una obra completamente inmersiva, solo apta para valientes. Logra que el espectador salte de su butaca en más de una ocasión y suelte algún que otro grito. Esta producción teatral no concede tregua hasta el último segundo de la función, y aun después de que el espectador abandona la sala, continúa de manera subconsciente aguardando alguna sorpresa. Con un elenco sólido y una sombría ambientación, «El juego, Inicios» ofrece una experiencia excepcional que deleitará a cualquier amante del género de terror o a aquellos que buscan una experiencia única.

Ficha

Intérpretes Azul Araya, Juan Cottet, Teo D Elía, Federico Heinrich, Mora Peretti, Nicolás Martín Sousa

Directores Matías Puricelli, Francisco Ruiz Barlett

Género Terror