El sistema de la víctima

El sistema de la víctima

Ficha

  • Datos de funciones:

    Bajo en noviembre

  • Prensa:

    Prensa: Duche & Zarate

 

“Cantame un tango moderno…”

El sistema de la víctima es un unipersonal protagonizado por la reconocida actriz y dramaturga Mónica Cabrea. Seis mujeres, como diría Almodóvar, “al borde de un ataque de nervios” son encarnadas consecutivamente por la actriz sobre el escenario, mostrándole al público con una puesta cargada de cinismo y humor negro la figura de la víctima en la modernidad. La mujer como víctima, un tema delicado y varias veces tratado en clave dramática, encuentra en estas reapropiaciones de la locura y la desdicha su fuerza humorística.

El escenario minimalistamente decorado se compone de una tela a modo de biombo por el que circula nuestra ingeniosa actriz para marcar las salidas y entradas de un personaje a otro. A la izquierda del espectador, unas pequeñas escaleras representan la cornisa desde la que Próspera, una mujer contemporánea que ha transitado varios –quizás demasiados– años de terapia, se decide terminar con su vida una vez que se da cuenta de que no tiene suerte. Este personaje entra y sale de escena rítmicamente sirviendo como bisagra para los otros personajes. Una luz tenue la alumbra, como salida de un film noir, mientras monologa con “no se sabe con quién” sobre su suicidio y su condición de víctima por su falta de suerte. Los otros personajes van desde una mexicana abandonada en el altar que jura vengarse de su prometido, hasta una mujer que ha fingido ser enana para liderar un show de tangos  –de enanos –, pasando por una aristócrata en decadencia, una mujer internada por su marido y por sí misma en un psiquiátrico y Bienvenida, quien en ataque de pánico constante por las inseguridades de la gran ciudad comienza a recluirse cada vez más.

La actriz, con una fuerza y seguridad propia de los años de experiencia, se apropia de cada uno de los personajes consiguiendo extraer y destacar en cada sus características principales y elaborar una suerte de cuadro clínico que se adorna y refuerza con las más graciosas manías y tics de estas víctimas perennes. Con muy pocos elementos  –a veces sólo un velo, o un sobretodo– se crean todo un clima y un cosmos. Cada personaje, complejo y profundamente atravesado por sus propios dramas deforma la realidad haciendo de lo grotesco algo divertido.

Una puesta genial y picante que culmina con tres tangos  –por supuesto cuyos personajes y creadores son víctimas absolutas– como para servir de espejo a los espectadores y exponer esa capacidad de queja y victimización que parecen formar parte de la idiosincrasia argentina. Poniéndonos en jaque y obligándonos a reconocernos.

Ficha:

Texto, dirección y actuación: Mónica Cabrera.

Categorías: Reseñas

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