Las emociones de los hombres recios

En un arquetípico pueblo donde solo transitan el calor y la nada por su acceso litoraleño, tres hombres sostienen una estación de servicio que no ha visto un cliente en meses. Lo inerme de sus destinos parece inalterable, hasta que una sucesión de hechos cuasi azarosos los lleva a destrabar sus taras y salir del interín eterno. Apropiadamente llamada El arranque, Pablo Viollaz escribe y dirige esta sátira dramática sobre tres hombres solitarios.

El trío protagónico esta integrada por recios machos de pueblo en distintas etapas de su vida. En el extremo inferior está Hugo (Lucas Ranzani), un treintañero sin futuro aparente, transitando con humor su existencia anodina y huérfana. En la mediana edad está Sandro (Fabio Herrera), un talentoso guitarrista de fogón perdiendo buenos años de su vida en una estación de servició sin rédito alguno y soñando con dar servicios de comida para inexistentes clientes. Por último, está Joselo (Mario Riccio), un ex camionero postrado en silla de ruedas por un accidente que se llevó su movilidad y la vida de su mejor amigo, el padre de Hugo. Conectados por la tragedia y este espacio perdido, los tres esperan autos pasar con la misma desesperanza que desean un cambio de vida.

El escenario exhibe perfectamente la intrascendencia de estos tres pobre diablos. Una cerca a un extremo, un gauchito gil, una mesa con elementos oportunos a la trama, y un diseño sonoro preciso reconstruyen dicha insignificancia. La inteligente puesta da lugar a los tópicos habituales del pueblo arquetípico: los rumores, la relación con la capital, las jerarquías sociales del que tiene y el que no, entre otros. La obra transita livianamente dichas temáticas, optando ante todo por un relato íntimo, de giros interesantes.

La relación de Joselo, Hugo y Sandro es la de dúos. Cada cual sirve de estímulo al otro, de opositor o de virtuoso artífice del cambio que cada uno de ellos realiza a lo largo de la obra. Asombra la ductilidad de los actores combinada con la astucia de los diálogos. En ellos asoma la masculinidad con algún que otro hedor a naftalina esconde la tristeza de tres hombres miserables que desean torcer su suerte. El cariño también se hace presente, aún en la precariedad de la educación emocional, logrando conmoverse entre sí y transformarse, el acierto más bello y original de la obra.

El arranque, del avezado dramaturgo y director Pablo Viollaz es otro hito dentro de una brillante carrera de relatos íntimos y familiares de toda índole a través del teatro. Es un noble balance entre risas y emociones durante una hora entretenida, bien construida y amigable que merece cada aplauso de la catarata final que reciben el talentoso elenco.

Ficha:

Intérpretes: Mario Riccio, Fabio Herrera, Lucas Ranzani

Director: Pablo Viollaz

Género: Comedia dramática