Patricio y Julieta

Ficha
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Datos de funciones:
Duche & Zárate / Prensa del CCRojas UBA
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Prensa:
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Los violentos placeres del deporte, terminan en el arte
En japonés se usa la palabra «otsukaresama» para agradecer la performance de un actor en escena. Significa: «estás cansado».
Más cerca culturalmente de lo que se piensa, en la sociedad argentina, el sacrificio, la entrega y el esfuerzo son favoritos. En la cancha, al que más se aplaude es al que va a trabar con la cabeza. También se aplaude al virtuoso. El espectador argentino es altamente competitivo y sabe apreciar la belleza.
Como en las vanguardias artísticas, en el fútbol, al movimiento que prioriza tanto la belleza como el sacrificio, se lo denominó menottismo. Se presenta, entonces, en la cartelera porteña, una de las obras más menottistas jamás vistas: Patricio y Julieta (No es Romeo y Julieta) de Toto Castiñeiras.
Patricio Penna y Julieta Raponi hacen de Patricio y Julieta. Ellos dos, en principio, son cuerpos que se mueven y parlotean sin parar. De forma mecánica, acelerada, repetitiva, energética, potente, virtuosa, y poética también. Como recomienda Kartun con eso de agarrar al público por la solapa para susurrarle poesía. Lo que lo agarra, en este caso, es ver a dos matarse a acrobacias.
Mientras lo hacen, cuentan un cuento que se parece al de Romeo y Julieta. No mienten en el título. Del clásico de Shakespeare queda un aire de juventud y de amor. Alguna situación o motivo. Una guía que permite orientarse en el caos de su verborragia. Todo en presente y mezclado con su coreografía plástica.
Patricio, canchero, ganador, sale con Rosalina; Julieta, petisa, forzuda, sale con Carlos. Ambos están medio mal de amor. En la fiesta de cumpleaños de Rosalina, Patricio y Julieta se unen y no se sueltan más. Hasta ahí, parecida a la obra del tullido. Pero desde ahí, se va por un techo, a un lado distinto.
En escena, primero, sólo dos cuerpos y seis faroles. El teatro es pura metonimia y acá no hay excepción. Los intérpretes se enredan con los cables de los faroles mientras no dejan de hacer su rutina.
Luego, se suma, únicamente, una silla (haciéndole honor a Peter Brook). Quizás hagan algo con esa araña que cuelga en el medio del techo. Lo que sostiene el tiempo de la escena son esos cuerpos que no dejan un segundo de quemar calorías, de forma extenuante, cada vez con más intensidad.
Vestidos ambos con conjuntos de boxeadores. Dejando en evidencia que hay en ese deporte, más circo del que se recuerda. En esto y en muchas cosas más, la obra propone una igualación de carácter que en vez de planchar hace crecer al dúo. Bailan en escena, el deporte y el arte. Pero, nunca se sabe cuál es cuál. Por eso también, es imposible dejar de ver.
El arte dramático argentino, hoy, presenta una y otra vez, el misterio del payaso shakesperiano. La vanguardia y el clásico; la cabeza y el cuerpo; copulan atrayendo y gustando a una variedad de públicos. Es difícil encontrar un resquicio del arte teatral que suscite nuevas emociones y sentidos. Acá apareció uno.
La poética verborrágica de Patricio y Julieta ayuda a sus intérpretes a ganar presencia y mezclar registros; haciendo brotar hilaridad, asombro y belleza. En este sistema estos efectos no compiten, son compañeros de equipo.
Lo mismo sucede con la partitura de movimiento que trae Castañeiras del Cirque du Soleil en el que militó 20 años. La repetición a lo largo de toda la pieza, es un mecanismo que permite mantener la energía, el ritmo y la tonicidad dándole tiempo al ojo a captar detalles. Es una forma de hacer pictórico el teatro sin que se aletargue. Que mantenga la vivacidad. El motivo escultórico está en la quietud pero también en el movimiento.
A fin de cuentas, en lo que traen Patricio, Julieta y Toto, como en otras formas de teatro, la búsqueda es parecida. Es correr un velo, es ir más allá. Encontrar algo detrás de la máscara. Después de correr y correr, de hacer lo imposible, de dominar los grandes desafíos y gastar toda esa vida; aunque esté o no esté el veneno y el cuchillo; cuando se sobrepasa esa línea, ¿qué aparece después?
Ficha:
Con Julieta Raponi y Patricio Penna.
Diseño de iluminación y vestuario Toto Castiñeiras.
Asesoramiento en iluminación Alejandro Le Roux
Asesoramiento en vestuario Daniela Taiana.
Realizadora de luces Valeria Junquera.
Mantenimiento técnico Charo Cottier.
Fotografías Bernabe Rivarola.
Prensa Duche & Zárate / Prensa del CCRojas UBA
Asistencia de dirección y técnica Ian Martín.
Autoría y dirección Toto Castiñeiras.
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