Parque Nacional

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En ese claroscuro

En las más altas esferas intelectuales donde se debaten los detalles ideológicos más esquivos y obtusos (lo que se dice la cresta de la ola); hoy en día no hay dilema más punzante que el del “aceleracionismo”. Luego de las catástrofes modernas, del sacudón del COVID, inmersos en medio de un seguro cambio de paradigma producto de la producción por inteligencias artificiales; desde todas las cosmovisiones surge la pregunta de si la “salida” es a través de adoptar nuevas tecnologías (de acelerar su inclusión) o si es escapando hacia lo “natural” y vírgen de manipulación humana.

El Grupo BESA, este rejunte de amigos que hace más de cinco años viene probando algunas cosas nuevas en el arte teatral, se metió a indagar sobre esta misma cuestión. 

Luego de su debut estelar, Breve Enciclopedia Sobre la Amistad, la obra que le valió el Premio S, vuelven con una propuesta distinta. Que comparte algunas ideas y mecanismos pero que enfila para una dirección bien distinta.

Lejos quedó ese director preocupado por si el papá entiende o no. Parque Nacional, su nueva presentación tiene guías pero que garantizan que el espectador se pierda tranquilo.

La obra es un paseo por el Parque Nacional Cajarandá. Desde que se llega a la sala, en la espera, ya hay una intervención. El elenco vestido de guardaparques toma los datos de los recién llegados, desarma las filas e invita, mediante un micrófono de caña, a oír el paisaje.

Luego, comienza el paseo por la sala que es parque y es teatro. Es una naturaleza distinta a la naturaleza. Tiene sus especies, sus sustancias, sus propias imágenes. El paseo combina una imaginación fragmentada que se mezcla con micrófonos, tenues haces de luz, parlantes bien modernos, un espacio vacío. Entre los visitantes, acompañándolos, siempre se mezclarán los BESA, como guardaparques, como visitantes o como niños scout.

Resumir la experiencia es criminal e imposible. Una forma de intentarlo es usar aquella frase quemada de Gramsci: “El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.

La propuesta de esta fantasía, un poco happening, un poco instalación, un poco obra de teatro, es partir de nuestro entorno extrañado, urbano, teatral; y mediante una hipnosis entrar en un entorno aislado, de conexión, sutileza y vulnerabilidad. Tal como expresa Gramsci, literalmente, en el medio están los monstruos.

Ahora, es curioso plantear el tipo de monstruo que elige incluir el Grupo BESA en su odisea. La cartelera porteña (Hollywood también) viene invitando seguido a lo gótico en los últimos años. La propuesta es, muchas veces, la misma. La de dejar en evidencia la latente monstruosidad humana puesta al lado, en contraste, de un ser de cierto espíritu indómito y apariencia espantante. Dos ejemplos cercanos son Salvajada de Mauricio Kartun y Primalión de Nicolas Goldschmit.  En Parque Nacional, no.

Si es cuestión de encontrarle una referencia que ayude a leer esta monstruosidad, se puede arriesgar una copulación entre esa cosa fagocitadora que crece en Nope, la película de Jordan Peele sobre el espectáculo y las bestias drageadas del Rocky Horror Picture Show. Monstruos autoconscientes de su quehacer teatral y de la mirada asustadiza pero estupefacta de la audiencia.

Una pregunta para hacerse sobre esta obra es “por qué ahora”. Si es tiempo de perderse y de mezclar patrimonio natural, en conservación, al resguardo aislado del avance de la ciudad; con el otro patrimonio, el de la producción de la cultura, el teatro. Ambos, se sabe, florecen y producen valor, cuando el estado tiene un rol activo en preservarlos y difundirlos. Hoy en Argentina, Platón echó de la plaza a los poetas y les pidió que, a la salida, también se llevaran con ellos a los guardaparques. Así que sí. Hoy más que nunca es necesario conectar al pueblo con su tierra. Defender nuestros pulmones.

La obra del grupo BESA se lo propone pero, ¿cómo lo logra? ¿Cómo hacer que el espectador se pierda, se mezcle con la oscuridad y desaparezca?. Utilizando todo lo que esté a disposición de la técnica, de lo nuevo: más en particular, el sonido. Es aceleracionismo teatral. No se aferra a nada antiguo, propone, experimenta, fluye.

Parque Nacional es una obra para tener los ojos entre cerrados y semiabiertos, para bajar las defensas, dejar que entre y que algo de esas preguntas; sobre lo nuevo y lo viejo, lo natural y lo humano, lo que se pierde y lo que se encuentra, quede adentro rebotando. 

Ficha

Autoría: Grupo Besa

Idea: Grupo Besa

Dramaturgia: Maga Clavijo, Tomás Masariche

Intérpretes: Maga Clavijo, Tomás Masariche, Felipe Saade, Max Suen, Casandra Velázquez

Diseño de vestuario: Paola Delgado

Diseño de escenografía: Ariel Vaccaro

Diseño sonoro: Maga Clavijo

Realización de escenografía: Ariel Vaccaro

Realización de vestuario: Paola Delgado

Operación técnica: Milagro De Catamarca

Diseño De Iluminación: Matías Sendón

Diseño: Estudio Karai, Viki Masariche

Comunicación: Estudio Karai, Viki Masariche

Asistencia de dirección: Catalina Napolitano

Producción: Catalina Napolitano, Eva Palottini

Colaboración artística: Andrés Gallina, Milva Leonardi, Mané Pérez

Dirección: Tomás Masariche, Casandra Velázquez

Composición Musical: Maga Clavijo

Categorías: Reseñas

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