Para mí, para vos

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Ficha

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    En carelera

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    Soy Prensa

 

Los hermanos sean… hermanos

Una gran casona de campo en Villa Elisa, un poco derruida, con aires de otros tiempos, donde los colores verdes y ocres, las viejas escaleras, las cerámicas, los ventanales con vista al jardín, dan idea de un poco de lejanía, olor a humedad y un dejo de nostálgica tristeza.

Una gran ventana que se referencia en el proscenio, deja ver el estanque en todo su esplendor, mucho más allá las casas vecinas y por las mañanas se vuelve el escenario de la visita más esperada: la garza azul.

Un banquito para dos, mirando hacia afuera es el lugar favorito de los habitantes del lugar, que a decir verdad pareciera que hacen juego con el inmueble. Ellos son Vanya (Boy Olmi) y Sonia (Laura Oliva),  se aman, se odian, no soportan vivir con el otro, pero no imaginan sus vidas de otra forma, ella hasta parece enamorada, pero nunca será correspondida porque él -su hermano adoptivo- es gay.

Ambos pasan sus días en un letargo de quejas y peleas, en la rutina de la nada misma, sin trabajar, en una casa prestada, donde él sueña con ser escritor y ella con conseguir un novio… pero sin moverse demasiado. La única persona con la que tienen contacto frecuente, es con Kasandra, la chica que trabaja en la casa (Paula Ransenberg), una empleada algo tosca, pero desopilante, que cuenta con poderes adivinatorios.

Este dúo que heredó de sus padres el gusto por Chéjov, cosa que se nota por las referencias permanentes a su obra,  recibe la vista de su otra hermana, Masha (Soledad Villamil), la linda, la actriz exitosa, la millonaria, la que ya pasó por cinco matrimonios, la dueña de la casa. Ella no llega sola, sino que lo hace junto a su pareja de turno, Biggo un aspirante a actor, al que le gusta usar poca ropa,  al que dobla en edad (Tupac Larriera).

Si bien va para asistir a una fiesta de disfraces del barrio ( a la que invita a toda la familia), su llegada revolucionará todo, poniendo sobre el tapete temas que suelen esquivar, enfrentándolos a los demás y a ellos mismos, revuelo al que se suma la vecina Nina (Ailin Zaninovich), una joven que también afectara sus vidas.

Esta comedia dirigida por Héctor Díaz, tiene una puesta muy entretenida, dónde los actores hacen uso del espacio visible y del que no se ve, haciendo crecer a esa casa, aportando mayor verosimilitud.

Héctor es un habilidoso a la hora de dirigir comedias, tiene el timing exacto, ganado en los años que hace que se dedica a estar arriba y abajo del escenario, además viene de trabajar con parte del elenco en Laponia, por lo que se conocen y entienden a la hora de abrir el telón.

Un muy buen equipo actoral, con un trío protagónico que se saca chispas, cada uno desde el lugar que le propone su personaje, logrando una interesante amalgama y complementándose al dedillo. Mención aparte para Paula, que desde un personaje grotesco, se lleva las carcajadas de la platea.

Este espectáculo tiene la particularidad de ser el elegido por Soledad, para volver a hacer teatro luego de 17 años.

Estos mundos no se diferencian solo desde el texto, sino que lo visual marca las diferencias, el vestuario, el estilo, los movimientos, todo resalta una línea divisoria entre el mundo aparentemente brillante de la hermana menor y su chico, enfrentado a la monotonía y el letargo de sus hermanos.

Una familia para la que las distancias no se miden por los kilómetros, en la que los recuerdos no tienen que ver con el tiempo y los sentimientos por más que puedan parecer un poco empolvados, están ahí y relucen cuando es el momento. Similitudes, diferencias, discusiones, abrazos, llantos, risas…hermanos, simplemente… hermanos.

Ficha:

Con: Soledad Villamil, Boy Olmi, Laura Oliva, Paula Ransenberg, Tupac Larriera y Ailin Zaninovich.

Dirección: Héctor Díaz

Género: Comedia

Categorías: Reseñas

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