Marcela contra la máquina

Marcela contra la máquina

Deus ex machina (El dios de la máquina)

Deus ex machina es una expresión que comenzó a utilizarse en la antigua Grecia, en las primeras obras teatrales, en las cuales en un momento de la representación se complicaba tanto la trama que era necesario la intervención de los dioses para resolver los conflictos que acontecían o darle un giro inesperado a alguna situación. Es entonces cuando se introducía a un actor montado en una grúa (machina) lo cual le daba una apariencia mística y todopoderosa.  Así es como los dioses irrumpían de manera casi sorpresiva en escena a arreglar todas las complicaciones que se suscitaban.

Algo así sucede en los últimos tiempos con la irrupción de tantos dispositivos electrónicos y de tantos medios para buscar información, datos, respuestas. Google y la inteligencia artificial se convirtieron para algunos en dioses que solucionan rápidamente conflictos y facilitan la consecución de ciertas tareas que quizás llevarían años de estudio y preparación. Pero ahora todo parece estar al alcance de la mano.

“Marcela contra la máquina” es una obra que muestra un ensayo teatral de dos actores y una dramaturga, una propuesta poco convencional ya que indaga sobre el tema de los sueños y utilizando en vivo nuevas tecnologías como internet (Google) y la inteligencia artificial. En una de las escenas se muestra claramente como en segundos la inteligencia artificial construye un monólogo, tarea que a la actriz que hace de dramaturga compitiendo contra la máquina, le lleva mucho más tiempo y esfuerzo, sin lograr un producto acabado. Esos dos monólogos son leídos por Gilda (Ximena Banús), lo cual genera un efecto bastante cómico porque lo que va sucediendo es bastante improvisado en el momento, ya que lo está leyendo por primera vez frente al público.

Los espectadores son testigos de este ensayo, de experimentación, de búsqueda, de esta obra que está en construcción. Se mezcla la realidad con la ficción. La cotidianeidad de los actores que tienen que lidiar con sus obligaciones laborales, con pagar las cuentas, con ocuparse de su familia, pero a la vez encuentran tiempo y ganas para seguir haciendo eso que tanto les gusta: hacer teatro.

Se muestra el caos que implica la creación de cualquier obra de arte, pero sobre todo de la teatral que se realiza de una manera grupal y contiene varias miradas e interpretaciones de un mismo tema. En este proceso muestran como Marina (Luciana Lifschit), la dramaturga, propone trabajar sobre el deterioro de los sueños y de la imaginación debido al avance de tantos dispositivos tecnológicos, que dejan en un segundo plano a la tarea casi artesanal de escribir y de elaborar en conjunto una puesta en escena.

Este caos se ve reflejado en la escenografía que muestra trastos de lo que parecieran ser restos de escenografías de otras obras, objetos varios, un escritorio con una computadora y un proyector (que ocupan un rol fundamental en el desarrollo de la acción).

En esta obra que fue coproducida con el FIBA 2024 -ganadora del premio Artei-, la dramaturga y directora Mariana Chaud deja al descubierto la preocupación que se tiene en el ambiente teatral y en algunas otras ramas del arte cuyo trabajo es con la creatividad de una manera casi artesanal, con procesos que llevan sus tiempos, cosa que en la actualidad pareciera ser anacrónico. Esa preocupación sobre el futuro del quehacer teatral que se ve afectado por estas nuevas tecnologías que irrumpen como dioses todopoderosos para traer soluciones rápidas a los problemas.

Ficha

Elenco: Ximena Banús, Violeta Brener, Nicolás Levin, Luciana Lifschitz
Texto y Dirección: Mariana Chaud
Asistencia general: Martina Coraita
Vestuario: Mariana Seropian
Escenografía: Ariel Vaccaro
Iluminación: Matías Sendon
Movimiento: Luciana Acuña
Canciones: Lucas Martí
Ilustración: Eugen Hernández
Diseño: Javier Jacob
Producción general y asistencia de dirección: Gabo Baigorria, Flor Schrott

Categorías: Reseñas

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