La mecánica de la carne

La mecánica de la carne

Ficha

  • Prensa:

    Prensa: Laura Brangeri

 

Distancias entre el quehacer y la mirada

Gustavo Pérez Lindo y Dalma Portero nos reciben envueltos entre mantos. Despiertan ante música incidental y la llegada de la platea. Son todo y son nada: él es ella, ella es él, son aquella historia, aquel momento, personajes dislocados de sus tiempos y espacios, pero aferrados a diferentes conceptos. La ideología, el sentido, el tiempo, la muerte y muchos otros componen este ensayo teatral intitulado La mecánica de la carne, del dramaturgo español Pedro Fresnada y director criollo Rodrigo Fresnada.

Los actores pululan y divagan entre la vaguedad de objetos que describe la escena: sillas, percheros, capas, palos, incluso armatostes de impreciso significado. No importa realmente, puesto que es la escena perfecta que nuestros protagonistas desarrollen complejos monólogos y diálogos, sembrando la reflexión entre sus espectadores. Logran investir de sentido entonces a estos objetos aparentemente inconexos, lanzando enunciados provocativos, en eterno encuentro y desencuentro entre ambos recitantes. Por momentos se advierten, por otros no, a veces riñen, otras se acercan, todo en virtud de un cuidado texto dramatúrgico.

¿Valen todas las muertes lo mismo? ¿Qué significa una víctima bien vestida en un epicentro occidental frente a cien zaparrastrosos despojados de su existencia en medio de un desierto medio oriental? ¿Por qué vale más la pequeñez que nos conmueve en la cotidianeidad que las tragedias que ocurren frente al silencio mundial y cómplice, que pareciera eximirnos toda responsabilidad? ¿Es callar la redención o más bien un dispositivo cercenador de subjetividades que preferimos no advertir? La mecánica de la carne discurre entre éste y muchos otros interrogantes en bien logrado espectáculo reflexivo, que pone sobre la mesa la gran virtud de hablar mediante el simbolismo de situaciones por demás vigentes, de universalidad intachable y que subyacen a nuestros consumos diarios, a nuestro día a día.

Esta brillante pieza teatral hace a las veces de empujón hacia afuera de la caverna platónica, la remoción de capas de sentido de las cosas que hemos dejado de discutir para aceptar su crudeza. Con brillante ejecución actoral, minuciosos textos y dirección original y ambiciosa, más vale advertir la distancia que ponemos entre lo que vemos diariamente, deconstruir esa mediación y aprovechar este precioso fenómeno teatral como disparador para conocer verdaderamente este particular mundo que habitamos.

Categorías: Reseñas

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