Señorita maestra

Dicen que las maestras son algo así como una segunda madre, sobre todo cuando sus alumnos son pequeños y están en los primeros años de escolaridad. Los niños comparten muchos momentos significativos junto a ellas, creando lazos y vínculos muy profundos que perduran en la memoria durante largo tiempo. Quizás las personas no recuerden muchas de las cosas que les enseñaron en la escuela, pero siempre recordarán entrañablemente a su maestra de primer grado de la primaria.

En “La habitación blanca” se cuenta una serie de encuentros entre una maestra de primer grado (la señorita Mercedes) y tres de sus ex -alumnos (Carlos, Laura y Manuel), luego de más de 30 años. Encuentros que parecen ser fortuitos, producto de la casualidad, pero que con el desarrollo de los acontecimientos se va generando la duda, dando pie a la ambigüedad de posibilidades y especulaciones por parte de los personajes.

El primer encuentro es con Carlos, quien desde hace un par de semanas trabaja como guardia de seguridad de un supermercado. Luego se encuentra en su oficina con Laura, quien se muestra como toda una profesional exitosa. Por último, con el arquitecto Manuel en la puerta de su edificio. Con cada uno de ellos entabla diálogo de una forma diferente, pero en todos los casos su objetivo siempre apunta a indagar sobre lo que ellos hicieron con sus vidas, sobre lo que hacen, sobre lo que pudieron lograr realizar y sobre lo que anhelaban en su infancia, pero no pudieron lograr cumplir.

Este reencuentro movilizó a cada uno de los personajes, haciéndolos reflexionar sobre su pasado y en algunos casos reviviendo heridas de situaciones que parecían haber sido superadas.

La muy lograda dramaturgia del autor español Josep María Miró apela a develar la profundidad psicológica de los personajes utilizando el flashback, un recurso que no solo va encadenando el relato, sino que le otorga gran dinamismo prácticamente cinematográfico a la pieza teatral.

Las actuaciones de un tono coloquial e intimista permiten a los espectadores empatizar rápidamente con los personajes.  Todo parece estar en su medida justa, cada palabra, cada expresión, cada inflexión de la voz, cada gesto, nada está de más, nada es superfluo.

Lo mismo ocurre con la escenografía minimalista en la cual se destaca un gran tapete blanco, unas sillas y una mesa. Iluminados a pleno con luz cálida (similar a la iluminación de un set de filmación), lo cual permite profundizar y hacer foco aún más en las actuaciones.

“La habitación blanca” es una gran muestra de que, en lo simple, se halla una riqueza de matices muy interesantes.

FICHA
Autor: Josep María Miró
Actúan: Andrés Ciavaglia, Melisa Hermida, Miriam Odorico, Alfredo Staffolani
Vestuario: Cinthia Guerra
Diseño de iluminación: Lautaro Perotti
Comunicación y prensa: Mutuverría PR
Colaboración técnica: Gustavo Acevedo
Asistencia de dirección: Cinthia Guerra
Producción: Timbre 4, Maxime Seugé, Jonathan Zak
Dirección: Lautaro Perotti

Duración: 80 minutos

Género: Drama