Forever young
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Lo triste es quedarse quieto
El teatro deviene en un geriátrico dónde seis artistas de la comedia musical transitan sus días bajo la mirada controladora de una enfermera, pero cuando ella se va, canciones del pop y del rock desfilan entre recuerdos y dotan de vitalidad a esos cuerpos de la tercera edad. Situados en el año 2050, el argumento abre el juego hacia una mirada futurista, de manera que, para estos personajes la vejez viene acompañada de pastillas, la chata, prótesis, olvidos, algunos rencores y por supuesto canto, baile y drama.
La experiencia de sus altibajos arriba de las tablas se proyecta en el repertorio de canciones internacionalmente reconocidas como I love rock and roll, Sweet dreams, Roxanne, Smells like teen spirit, Get up stand up, Barbie girl, I will survive, entre otras y, Forever Young que le da nombre y espíritu a este espectáculo. Además, para esta versión local, se incluye un segmento de enganchados del rock nacional, género musical para el que siempre habrá lugar en la memoria de varias generaciones. Estas partes se completan con coreografías a cargo de Elizabeth Chapeaurouge, adaptadas a las edades de estos ancianos que recorren y aprovechan todo el espacio escénico.
En la dirección de actores la intuición de Daniel Casablanca potencia los talentos en escena. Este director fue gestor de Los macocos, un grupo clownesco que hizo historia en la ciudad de Buenos Aires, quienes hayan visto a este grupo podrán reconocer gratamente un humor similar porque se saca ganancia de cada situación para incorporar algún gag, como en un ping pong la mirada de los espectadores no querrá perderse de nada pues una situación se enciende en un sector y estalla en otro, generando constantes situaciones de desborde corporal. Si bien la comicidad guía la línea de acciones, cuando se asoma la vulnerabilidad se despliega un manto de silencio fraternal en toda la sala.
Los personajes son caricaturas que exacerban la particularidad de cada personalidad y se permiten jugar con las contradicciones de la profesión, a veces consagrados otras criticados, cada anciano ocupa un sillón desde una quietud sin rumbo, son artistas que evocan su lugar en el mundo del arte deteniendo las agujas del reloj para dar rienda suelta al juego de la ficción musical.
Aunque todo el elenco da cátedra en escena, transmiten complicidad y contagian felicidad, desde una observación, vale subrayar la elegantísima interpretación de Andrea Lovera en el rol de la joven enfermera como contrapunto del resto de los personajes pues su función es impedirles el movimiento; asimismo, Melania Lenoir e Ivanna Rossi, mediante detalles gestuales construyen dos ancianas muy opuestas y queribles, como sucede con el maestro Hernán Matorra que acompaña con el piano todas las canciones ya que apenas puede balbucear, su canal de comunicación no es ni más ni menos que la música. El animado vestuario acentúa los contrapuntos entre todos los ancianos y termina de definir la personalidad de cada cual.
En su onceaba temporada, este espectáculo vuelve a demostrar que los éxitos no son fortuitos, sino, la consecuencia de una dirección lúcida, un elenco sólido y un mensaje sencillamente vital: caminar la vida sin perder la alegría.
Ficha
Intérpretes: Walter Canella, Christian Giménez, Melania Lenoir, Andrea Lovera, Hernán Matorra, Ivanna Rossi, German Tripel
Dirección: Daniel Casablanca
Género: Comedia musical
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