El ángulo muerto

El ángulo muerto

Ficha

  • Prensa:

    Mutuverria Pr

 

De la totalidad del ser

Nuevamente Lucía Giannoni sorprende con un espectáculo de danza que amplía los bordes de este lenguaje, en esta oportunidad por medio de una performance con instalación audiovisual, la intérprete reflexiona acerca de su identidad de bailarina.

Como experiencia, la obra ofrece varios momentos, comienza sin un inicio concreto pues la instalación funciona previa a la llegada del público, en esa instancia un cubo como dispositivo invita al movimiento, luego cuando cambian las imágenes de las paredes que forman el cubo, los espectadores se aquietan para observar esta especie de streming en vivo de una danza expresiva que finalmente, en un tercer momento, genera una ruptura a la situación inicial transformando el espacio de representación y en consecuencia modificando la posición de los espectadores.

Ocupando el centro del espacio, el cubo cerrado tiene cuatro lados que funcionan como pantallas, este es el primer vínculo que los espectadores tienen con la obra, pues en cada lado se proyectan momentos de la intérprete a la cual se la ve fragmentada; este dispositivo, además, le permite a los espectadores elegir que pantalla observar y al mismo tiempo deambular alrededor del cubo, buscando no perderse de nada, así, pareciera que el espectáculo ya dio inicio porque aparecen caminatas de diversos ritmos, cruces, pantallas de los celulares y demás cuerpos cotidianos que rodean la escena.

La imagen instalada del cubo que encierra a la bailarina resuena como una cajita musical a la que pareciera darle cuerda desde el poder de la mirada.

El uso de las cámaras con las que la bailarina se filma por dentro del cubo, permite ampliar movimientos y gestos en primerísimos planos que tratan de acercarse y capturar un baile irracional. La integración entre la danza y el formato audiovisual potencian los alcances expresivos de cada lenguaje en función de la performance. Así, la dirección audiovisual haciendo uso de recursos fílmicos como ángulos radicales, una tonalidad blanco y negro, efectos de la lente, entre otros, crean un corto expresionista desbordado de una ternura tenaz.

El diseño sonoro y lumínico ambientan un espacio de intimidad dado para estimular la pulsión escópica.

Todo el dispositivo escenográfico juega con la cercanía y la distancia hacia la bailarina, de la cual, su imagen se multiplica en recortes, fugaces por momentos, y de tiempos acompasados en otros, sin acceso a la totalidad del ser.

El ángulo muerto es aquello que queda por fuera de la visión pero por lo cual se puede ver el resto de las cosas.

El ángulo muerto genera movimiento, invita a bailar, convoca a los cuerpos sin seguir una norma hegemónica; en esta experiencia todos bailan mientras observan a una bailarina que abre al mundo su cajita musical.

Ficha:

Intérprete: Lucía Giannoni

Dirección: Lucía Giannoni

Dirección audiovisual: Gonzalo Quintana, Hernán Quintana

Género: danza, performance, audiovisual

Categorías: Reseñas

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