Identidad de la comedia

El grupo teatral celebra sus 40 años de trayectoria presentando la deconstrucción de propio biodrama que al igual que todos sus espectáculos, es una invitación a reflexionar desde el humor.

En función de este aniversario, el género biodrama ofrece la oportunidad de visibilizar un balance de la carrera de estos artistas que cosechan seguidores desde 1985. En esta ocasión la responsable de la dirección es la talentosa Mariana Chaud, quien compone una puesta en escena con un enfoque liminal entre la vida y el arte subrayando lo poético que puede resultar lo cotidiano así como “lo real” del teatro. De esta manera, la materia prima de la trama revisa principalmente anécdotas personales y sus derivaciones en las decisiones artísticas de la compañía.

Siendo el humor el punto de partida, abordan el festejo desde una lógica narrativa performática, así los cuatro integrantes se transvisten como sus propias viudas que lloran la reciente pérdida del último Macoco, encargadas de recibir a los espectadores, cada una con una urna en sus manos, mientras conducen la misa en memoria de los artistas, buscarán el mejor sitio para soltar las cenizas de sus amados difuntos.

En vez de acudir, tal vez, al lugar común de los archivos con fotos y videos para actualizar el pasado, son los testimonios de estas mujeres los que abren los bloques temporales, recorriendo desde la infancia, estudios y profesionalización del grupo hasta incluso otra dimensión temporal. Desde la exageración de peleas se despliega la complicidad que los caracteriza, pero además, va emergiendo una red familiar de contención y respeto que los supo unir como artistas.

En la complejidad de emociones que arroja esta circunstancia de duelo aparecen la compasión, el dolor, el sacrificio, los acuerdos, la crítica y por supuesto el afecto desde una convicción de todo lo que implica ser actor dedicado a la risa. Una identidad interpelada por diversos contextos en los que el grupo sabe posar una mirada crítica para sus creaciones.

Recuerdos satirizados planteados con un humor de épocas pretéritas podría resultar una pavada, sin embargo, en la visión general del espectáculo adquieren un sentido más profundo, pues en este dialogo entre experiencias y la progresiva construcción de una identidad colectiva, si bien se representan situaciones de toma de decisiones que definen caminos, otros sucesos son inexplicables, destino o casualidad, entonces asoma la ficción para dar una posible respuesta poética, como cuando el mosquito del arte pica, sentenciando, sin otra opción más que seguir a ese camino.

Todos los elementos de la puesta en escena develan el artificio teatral desde el inicio, estructuras planas móviles, disfraces, objetos de cotillón entre otros, refuerzan constantemente la propuesta lúdica de esta ficción. Al fondo de un espacio escénico despejado, literalmente las puertas de los recuerdos se abren y cierran según lo requiera cada secuencia, las transiciones entre ellas son cortes metateatrales con iluminación más intimista para que cada integrante se presente, reconociendo su presencia y declare la conexión del momento en que se le abrieron las grandes puertas del teatro a su vida. Los actores siendo ellos mismos, desde su propia identidad sosteniendo las máscaras del teatro.

Sí el teatro les procuró rumbo a sus existencias, ¿porque no transformar sus vidas desde el teatro haciendo realidad una fantasía de aquellos jóvenes amigos? Entonces, sorprende un final inadvertido, presentado por intertítulos a modo de película de ciencia ficción, acompañado de un cambio radical en la escenografía, un desenlace festejado por sus fans, un regalo para ellos mismos.

Los Macocos comparten una mirada colectiva del arte y la vida, se lanzan al juego reflexivo y ocupan con amplia capacidad el compromiso con la risa y un lugar en la historia del teatro nacional.

Ficha:

Intérpretes: Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf, Marcelo Xicarts

Dirección: Mariana Chaud

Género: Humor, biodrama