A puerta cerrada

Al ingresar a la sala parece que estamos entrando a una pista de baile de paredes blancas. Sobre una de las paredes hay proyecciones de figuras un tanto psicodélicas que se entremezclan con luces de láser. En una especie de tarima elevada, hay un DJ (Ramiro Bermúdez, quien realizó el diseño sonoro) que pone música en vivo para darnos la bienvenida. Los espectadores vamos ingresando, de a poco en ese mundo, en esa especie de burbuja espacio- temporal en la cual no sabemos bien qué lugar debemos ocupar, en qué lugar debemos ubicarnos, ya que el espacio de la sala está vacío, sin escenografía y sin asientos. De a poco, de manera casi imperceptible, van ingresando los intérpretes enteramente vestidos de blanco, como uniformados sin poder distinguir si son hombres o mujeres, con capuchas blancas que no permiten ver sus caras. Se ubican como camuflándose contra las paredes y desde allí comienzan a decir los primeros textos. La obra escrita y dirigida por Emiliano Montes aborda diferentes temáticas: la autodestrucción de la especie humana por medio de armas, la violencia imperante en el mundo, la religión, el poder, las modificaciones que los hombres hacen  del ecosistema utilizando todo tipo de sustancias químicas que son nocivas para la salud, la proliferación de enfermedades tales como el cáncer, el ritmo de vida alienante que llevan las personas en las ciudades, el consumo de psicofármacos y otras drogas, la locura, la indiferencia, el sufrimiento, el dolor y la muerte.  Todos esos temas presentados a la manera de cuadros bien diferenciados entre sí, suceden en distintos lugares del espacio escénico, para lo cual el espectador debe moverse para encontrar el punto de vista que le sea apropiado, lo que le otorga a la puesta en escena una dinámica inusual, a la manera de los happenings que se realizaban en los años ´60 en el mítico Instituto de experimentación Di Tella. Los pocos elementos de utilería y escenografía que son usados en la obra (diseñados por el mismo Emiliano Montes) son manipulados por los propios actores y por el director que también, por momentos, se encuentra en escena dando indicaciones a los técnicos. En cuanto a la parte técnica, adquiere gran importancia por tratarse de un tipo de obra performática, en la cual su influencia es decisiva para poder transmitir los diferentes climas y sensaciones en cada momento. Una propuesta inquietante.

Ficha:

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Emiliano Montes

ACTÚAN: Ramiro Bermúdez, Paula Flaks, Sofía Molinari, Ignacio Pereyra, Marcelo Pérez