Algún día tendremos dinero

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Entre brillos y cristales

Basada en el poemario que escribió Valentina Brishantina con el mismo nombre en 2020, la pieza escénica comparte el viaje de autodescubrimiento y aceptación de la misma artista-performer. En escena su camerino: un sillón rosa acompañado de un colgador que sostiene cada uno de sus trajes, cabe mencionar la calidad y precisión en el diseño de vestuario. Una paleta de colores en la que destaca el magenta en sus diferentes tonalidades y el brillo en todo su esplendor. El maquillaje resalta la mirada de Valentina evocando una Drag queen.  A un costado, diferentes imágenes: fotos, referentes y mensajes, algo así como un collage-altar que le recuerda a Valentina quién es y hacia dónde va.

Gran parte de la obra resulta ser un monólogo de la actriz. Aquí ella no sólo menciona momentos bibliográficos sino que lleva al espectador a habitar aquellas experiencias. Una artista que canta, baila y actúa. Con mucha versatilidad, presencia e histrionismo Valentina comparte momentos duros, sensibles y lúdicos. Una mujer enérgica, desbordada, atormentada y dulce. El estilo de la obra le propone al espectador más que ser testigo, ser cómplice. A su vez, Flor Tevez toma este rol, cree en la propuesta de Valentina y juntas llevan el poemario a otro lugar, esta obra. Aquí ocurre algo inusual ya que la obra habla de la misma obra. Se destaca así los tintes de superposición y contradicción que presentan textos y escenas volviendo así la obra dinámica y fresca.

Dentro de los temas que aborda la puesta, se presenta: la cuestión del ego en los artistas, la artesanía en la creación, el desgaste escénico, la precariedad laboral, la dificultad existencial respecto al rumbo de la sociedad, la hegemonía de los cuerpos, el compañerismo y la convicción en el propio arte. Pero una de las reflexiones más interesantes es la de pensar cómo aquel bufón, mientras entretiene a todos con su desplante, por dentro se rompe en pedazos. Valentina se ha hecho cristales pero ha logrado componerse justamente desde ahí. Logrando aceptar su naturaleza, su cosmovisión, aquello que la nutre y aquello que no. Como aquella tradición japonesa de reparar con oro. Transformando el objeto o cuerpo dañado, dejando ver sus fracturas, el kintsugi con el oro y Valentina con la brillantina vuelven aquella pieza más bella que su original.

Ficha:

Intérpretes: Valentina Brishantina y Flor Tevez

Dirección: Flor Tevez

Categorías: Reseñas

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