El infierno en un pueblo chico

Cuatro actores interpretan a once personajes en ocho episodios, dónde el amor convive con la violencia, donde el espanto se vincula con el deseo.

Un pueblo de montaña, agreste, pequeño, desolado lugar donde transcurren estas historias breves, que se entrecruzan y se desprenden unas de otras.

Una mujer casada compra un rifle. El vendedor, que conoce de violencia, confabula con sus intenciones. Un padre, decidido a abandonar su hogar, es testigo accidental de un asesinato y en un arrebato absurdo, pretende saltar el tiempo y retomar una antigua relación con una mujer. Esta mujer tiene en su trabajo, un encuentro extraño e inquietante con un hombre casado. La mujer de este hombre, embarazada, evalúa las opciones que le da su amante. Este amante sueña un desenfrenado encuentro con la prostituta que encarno la pasión y ruina de su padre. Una joven recibe de un hombre armado una propuesta impensable. Una mujer consigue redimirse declarando, frente al hombre armado, las circunstancias en las que murió su esposo.

Luces y sombras

Inmóviles, aguardan los actores, Aldana Boidi, Federico Fernández Mardaráz, Julieta Pérez y Matías Pedro, Germán Rodríguez, sus cuerpos, tensos y en las sombras, anuncian algo de las historias que serán representadas.

El trabajo corporal es tenso y muy medido, las pausas en los diálogos se ajustan a esta densidad de los cuerpos y texto.

El trabajo de iluminación requiere de una precisión rigurosa, y con acotados recursos técnicos resuelve la creación de los distintos espacios que requiere la propuesta, destacable la intención dramatúrgica de la puesta de luces,  sin limitarse a ser meramente ilustrativa , consiguiendo recortes expresionistas que logran acentuar la gestualidad corporal y lo dramático del texto.

La escenografía dispuesta en un semicírculo resulta funcional a la premisa vincular que tiene el texto.  Remite, por su monocromía y la cualidad de cada elemento elegido a este pueblo árido y desolado.

El vestuario, construye junto a la escenografía, una sensación de temporalidad y precariedad.

Mujer Armada hombre dormido es un espectáculo cuidadosamente diseñado y de un trabajo minucioso, que requiere sin dudas, un gran compromiso de todo el elenco, que es capaz de sostener un texto por donde circulan horrores y desmesuras que producen espanto.

El espectáculo es un Proyecto de Graduación de la Licenciatura en Dirección Escénica dirigido por Guillermo Echenique para la Universidad Nacional de las Artes.

Ficha :

Actúan: Aldana Boidi, Federico Fernández Mardaráz, Julieta Pérez y Matías Pedro

Dirección: Guillermo Echenique

Género: Drama