Soliloquio tragicómico de los invisibles

La garita se posa al centro de un escenario oscuro como la noche, casi emulando a aquellas que pueden hallarse en cualquier cuadra de poder adquisitivo medio-alto. La inseguridad da a luz a diferentes trabajos, es un producto privado que se puede adquirir, fundando puestos de trabajo curiosos. Así, Claudia Cantero toma el papel de Vigilante, dando nombre a la obra de Laura Sbdar.

En ella se encuentra a esta protagonista tan ciclotímica, una mujer agobiada por un trabajo históricamente dominado por el machismo, haciendo sentido de la monotonía de un oficio que a su vez pone su vida a merced de la incertidumbre. Como giro, esta trabajadora construye un universo de diálogos para hacer llevadera su ronda laboral. Su mejor amiga, sus hijas, sus protegidos/jefes de la cuadra y hasta un delincuente galán asoman en los diálogos internos de la guardia, exteriorizados con maestría por Claudia Cantero.

El texto por el cual transita Claudia es un tanto elíptico. No por ello esta privado de las emociones que la actriz le imprime, con absoluta ciclotimia, un verosímil bien construido de una laburante que no puede escapar a su condición económica apremiante y a la propia del género. Así, el ritmo de la obra es frenético, despertando risas en la platea, silencios tensos y hasta brotes emotivos. Lo dicho, nada de esto sería posible sin una actriz exima y una dirección atenta.

Una vez más, como metáfora de la obra, la luz que destaca la garita en escena contrasta con la oscuridad que lo rodea, misma condición que atraviesa la historia de nuestra narradora. El desafío del unipersonal radica fuertemente en la potencia que debe manejar una sola persona frente a una platea ávida. La dupla Sdbar-Cantero toma el guante, elige una realidad particular, la convierte en teatro y la pone a disposición de la audiencia por unos furiosos cincuenta minutos. Tamaña hazaña.

Ficha:

Actriz: Claudia Cantero

Directora: Laura Sbdar