Entre la vigilia y el sueño

¿Hasta dónde somos capaces de llegar por amor? ¿Cómo enfrentaremos a la muerte cuando nos llegue la hora? Estos son los dos interrogantes sobre los que se monta la obra de Daniel Veronese, Unos viajeros se mueren. Esta reposición en el under porteño, dirigida por el también actor y dramaturgo Gonzalo Martínez.
Una madre algo avasallante (Carolina Balbi) y un padre lleno de debilidades (Daniel Kargieman) que sólo quieren que su hijo regrese a casa; Clamiro, un hombre empecinado en que su relación funcione (Federico Gelber); Clara, una mujer que cree que jamás podrá amar con libertad escapando del mandato familiar (Luciana Mastomauro); Claudio, un hombre que pasó dos años arriba de un auto huyendo para volver al lugar del que se marchó (Gabriel Zayat) y Blanco, un niño que jamás fue engendrado (Juan Noot) son los protagonistas de esta tragedia en la que resulta difícil distinguir entre el sueño y la vigilia.
El texto de Veronese, que fue estrenado bajo la dirección de Alejandro Tantanian en el año 1999 en el lugar que por aquel momento se conocía como Sala Callejón, reflexiona sobre la tragedia, su definición y su alcance.
Todo comienza cuando los padres llegan en la madrugada para convencer a su hijo de que utilice con su novia un suero de la verdad para que ella confiese su desamor hacia él. Ella entonces se verá sumergida en un viaje que la lleva a su infancia y al acto que, en consecuencia, le imposibilita en la adultez amar con libertad. Entonces aparece Claudio, arrastrando de la mano a Blanco y todo se vuelve más retorcido aunque sin que el humor desaparezca.
Al igual que en las tragedias de Shakespeare, el destino de los personajes parece escrito y ninguno podrá escapar de su violento final.

Ficha:

Actúan: Federico Gelber (Clamiro), Luciana Mastromauro (Clara), Carolina Balbi (madre), Daniel Kargieman (padre), Gabriel Zayat (Claudio) y Juan Noodt (Blanco).

Dirección: Gonzalo Martínez