Mejor mal acompañado que en familia

Quien ha debido alguna vez afrontar formación en primeros auxilios conoce una jerarquía de prioridades que el asistente debe aplicar a la ahora de ayudar a desvalidos. Estas se basan en la gravedad, peligro de vida y nivel del dolor de los pacientes y su acción es lo que define la línea que separa la mortalidad de este mundo. Como si Maxi Prioriello, dramaturgo y director, supiera de dicho código, la subversión del mismo, los dolores trastocados de una familia de un barrio tan ignoto que revolotea Buenos Aires hacen una deliciosa comedia negra con el profano título de Noche de paz.

Así, el humor es tan negro como las manchas de mugre impregnadas en las paredes y el alma de Beatriz, esposa del terminal Antonio. Mientras que el lucha por una afección respiratoria que poco a poco avanza, ella sufre bajo la amenaza soledad en su viudez. Y como si de pertenencias se tratase, Beatriz no puede más que apostar a la próxima generación, a los nietos que Josema, su hijo, no está produciendo, según ella, por culpa de Margarita, su nuera. Para colmo, Bea como falsa beata apuesta al milagro de la forma más absurda posible: corona el cuadro familiar rescatando a Cilda, extranjera de lenguaje mudo hallada en el hospital con avanzado embarazo. Tan diabólico como ridículo, la matrona trama desde la manipulación el rehacer su familia antes de que se deshaga, y se aferra a su plan como el vaso de fernet que la acompaña a lo largo del relato.

Digamos que aquella copa no es lo único que salta a la vista de la platea. Entre los aciertos de la producción se destaca un relato en base a los objetos. Así, el living de la humilde morada de nuestros protagonistas reboza de elementos que nos describen el transcurso de la historia. Para empezar, un triste árbol navideño nos sitúa en la celebración familiar, narrada en tres cuadros. Una mascota embalsamada sobre un televisor de tubo describe la patética relación entre Bea y su sobreprotegido Josema, vestido oportunamente con una remera deportiva con su nombre inscripto en ella. Una caja de cartón desfila por momentos la escena en manos de Antonio, ostentando un dispositivo para aliviar los pulmones del convaleciente, que no tiene respiro alguno frente al maltrato de su mujer. Y, alineando la ingeniosa puesta, al centro se observa una virgen, el aspiracional trastornado de Beatriz para salvar de un cuestionable milagro su soledad.

Entre el costumbrismo de humor subversivo y las patéticas miserias llevadas al absurdo, Noche de paz logra inocular en su audiencia una carcajada de doble filo, de esas leen lo hiperbólico como excusa para hacer reír sin disimular ese destello de crítica a las relaciones familiares retorcidas. Esto se logra no solo con la impecable composición teatral descrita, sino también con un elenco que ejecuta con realismo un texto oscuro, haciendo que cada risa proveniente de las butacas tengo un dejo de compasión por la miseria. Definitivamente, un domingo en familia que se disfruta precisamente por su acidez.

Ficha:

Con: Elenco: Vicky Alsúa, Antonio Germano, Cristina Martinez Osses, Santiago Vicchi, Carolina Villanueva.
Voz Presentador: Eduardo Romero.

Autor y Dirección: Maxi Prioriello.