Marcelo Perea en concierto

Marcelo Perea en concierto

Ficha

  • Datos de funciones:

    30/6 en Cafe Vinilo

 

Concierto de Marcelo Perea: una emotiva película de folcklore santiagueño

Sábado 30 de Junio, se acercan las 21:30 hs, el piano Yamaha característico, iluminado por una lluvia de luz cenital, espera a su compañero. Al cabo de unos minutos, un Café Vinilo repleto aplaude la llegada del guía de la noche, Marcelo Perea, en su presentación “Piano Santiagueño”

Decidido a presentar y compartir su virtuosismo, su amplia producción, sus historias y hasta sus amigos, ingresa directo al piano. Bajo los aplausos continuos, acomoda unas partituras, casi a modo de utilería ya que, en un instante cierra los ojos para no abrirlos más y comienza a dar forma a un recorrido de casi 20 temas, que atraviesan la sencillez, la calidez, la emotividad, la energía, la alegría y la perfección de una noche íntima y bien santiagueña.

Inicia con una de sus primeras producciones, la chacarera Yo y mi esperanza y continua con dos temas nuevos Pájaros en la mañana santiagueña y Luna. Temas instrumentales que acompañaban la tranquilidad y armonía del lugar.
Con aire melancólico y suave, un aire de chacarera continuó sonando, Llamando dos.

A lo largo de la noche Perea se convirtió en un enorme anfitrión que compartió parte de su vida, parte de su recorrido, de sus inicios, de sus composiciones. Así fue que presentó una zamba que le llevó años encontrar, una zamba que fluya desde lo más natural y propio de uno mismo. La Esperada, presentada como “una zamba que no pase por la cabeza”. Acompañado por el lenguaje de la danza, Daniela Longo compartió el recorrido de esta hermosa zamba.

Luego tuvo lugar Como la lluvia, otro tema de su autoría en letra y música y que grabó junto a Guillermina Beccar Varela y, siguiendo el clima íntimo, confidente y cercano, se hizo presente una huella, escrita por Perea para su padre: Vos ya no vas a volver.

A esta altura de la noche, la delicadeza y sensibilidad colmaban el ambiente, al haber recorrido sus nuevas producciones y haber compartido el contexto de cada tema. Momento ideal, que Marcelo eligió para comenzar a recorrer sus obras más conocidas, y popularizadas por Mercedes Sosa.

Con una delicada lectura a modo de introducción, su amigo Gustavo Lavergata, presenta con acertada emotividad y afecto la chacarera A mis hermanos heridos. Composición de Perea que, como concluye Lavergata, anda “alivianando el peso de quien anda empantanado”.

Casi con inmediatez, asoma la zamba Lapachos en Primavera, evocando el desarraigo y la vida y Lluvia en la mañana, esta última con la compañía en guitarra de Samy Mielgo, quien también supo darle un color adicional a El duendecito zamba histórica de Perea grabada con Los Carabajal en 1992.

Ya con un clima más rítmico, con unos nervios dejados en el olvido, y con un público en cada instante más cercano, Perea brilla y se luce con El Grito. Demostración de virtuosismo, de una compleja simpleza admirable y de un tempo fugaz que parece escaparse, pero que en todo momento se amansa bajo el control delicado de Marcelo, que aún continúa viviendo cada segundo, con sus ojos cerrados.

Los aplausos no dejan de sonar, Perea podría retirarse del escenario y tendríamos la sensación que cumplió con creces lo que prometía en su show. Pero no… aún faltan grandes momentos.
Es aquí cuando invita a Mario ‘Musha’ Carabajal, amigo, hermano, en un sentido encuentro que se expresa en un enorme abrazo. Toma el micrófono, conmovido, y casi entre lágrimas concluye “cada canción de Marcelo Perea es un película”, haciendo alusión a lo que evoca, a lo que describe, a la metáfora exacta que te traslada a ese momento.
A dúo, regalan dos chacareras. “Zambita de allá” y “Pa´ que se borren mis penas”.

Casi cerrando el show, luego de un veloz pasaje por Piazzola, Chopin y Ennio Moricone, a modo de guiño con el público, y junto a su amigo Roly Zampieri en bombo, recorren “Sácame Chacarera” y “Gatito al pecho”. Esta última junto a Daniela Longo en danza nuevamente.

Finalmente, y casi como reflejando su historia, concluye con dos chacareras. “Chacarera del Rancho” y “La humilde”. De esta manera se dio fin a un show en donde el folcklore santiagueño, representado por sus exquisitas composiciones, fue acompañado por la sencillez, la humildad, el cariño y la calidez de un Marcelo Perea virtuoso y cercano, que supo transmitir la pasión de su arte y el afecto de su gente.

 

Nota: Las fotos fueron tomadas por el redactor

Categorías: Musicales, Reseñas

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