Lo que queda es la oscuridad

Al entrar a la sala el público elige donde ubicarse y se acomoda lentamente. Mientras tanto Iván Moschner, actor de este unipersonal, espera y mira desde el escenario, la entrada de los espectadores. Una vez que todos están listos, sentados y expectantes comienza la función o continúa.

Con sonidos de pájaros y hojas secas, se acerca a contar su historia, la de él, la de su padre Rodríguez, su madre Vicenta y sus cinco hermanas y por supuesto la historia de lo que pasa en el monte. Durante cincuenta y cinco minutos vemos el mapa salvaje de un hombre duro. Separado del monte por irse al sur. A la guerra, al frio, a las bombas, a Malvinas.

Con la dramaturgia y dirección impecable de Fabián Ruiz Díaz, esta obra cuenta con crudeza, la descripción de los hechos y la interpretación no hace descansar al espectador en ningún momento, una maratón de las palabras quizás, entre verborragia y hostilidad.

Moschner en escena trabaja un personaje peligroso y solitario, que transmite el frio y el calor del monte y esa vida entre su familia, la guerra y el campo.Construye y explora un personaje que devuelve la inmensidad del monte y refleja en sus ojos la guerra.

Tal vez no muchos intérpretes lleven a los espectadores a recorrer distintos terrenos, pero sin duda él entra en la lista de los que lo logran. Son varios los personajes que pasan por el cuerpo de este actor, esta toda una familia numerosa, empleados de municipalidad, paisanos del monte y soldados, además de el mismo. Diálogos llenos de preguntas y respuestas cortas permanecen en un relato crudo.

La escenografía que está compuesta por tablones de madera y telas viejas, rotas y sucias se asemejan y hacen juego con el personaje. Sin necesitar mucho más, solo sonidos de naturaleza y una historia llena de otras historias y muchos personajes en un solo actor.

Ficha

Actúa: Iván Moschner

Dirección: Fabián Ruíz Díaz