Late el corazón de un perro

Late el corazón de un perro

Ficha

  • Datos de funciones:

    Información sobre las funciones, en la cartelera

  • Prensa:

    Carolina Alfonso

 

Volver al pasado

El pasado es todo aquello que ha ocurrido en un punto temporal anterior al aquí y ahora. Ese tiempo añorado y repleto de recuerdos memorables. O ese tiempo rechazado y lleno de situaciones que preferimos olvidar y dejar atrás para siempre. Ese pasado que continuamente traemos al presente o que necesariamente puja por entrar en acción. Ese pasado, debería ser la esencia de nuestra historia de vida y el motor que nos impulsa a avanzar para no volver a cometer los mismos errores.

El ingreso a la sala interpela al espectador al encontrarse con una gran columna de objetos apilados: muebles antiguos, retratos, cajas de VHS, figuras de cerámica… Un cúmulo de recuerdos rodeado de paredes de ladrillo y una estructura metálica dan el original marco para construir el espacio escénico ideado por Alejandro Goldstein al desplegar su arte. Ese espacio representa la casa en ruinas y en peligro de derrumbe donde habita Mabel. Espacio que irá mutando y que gracias al diseño de luces propuesto por Matías Sendón, irá ganando mucho protagonismo a lo largo de la obra.

Mabel (Silvina Sabater) ve pasar la vida desde su derruido hogar, aferrada a los objetos que ha ido atesorando, muchos propios y otros ajenos. Una necesaria acumulación para ella, pero quizás, sin sentido alguno, para los ojos foráneos a esa realidad. Ana (Berenice Gandullo), su hija, una distinguida aeromoza debe salir de la comodidad de su hogar en Estados Unidos, para recorrer cuatrocientos kilómetros en remis desde el aeropuerto de Buenos Aires hasta su pueblo en Santa Fé. Al llegar a esa casa, que también fue su hogar, se encuentra con su madre, quien en completo estado de decadencia se aferra a ese desorden y lucha contra las fuerzas municipales que pretenden imponer el desalojo de su propia casa. Completa la historia Hernán (Gerardo Serre), ese amigo de la infancia de Ana, quien ahora trabaja en la municipalidad y también se dedica, de manera voluntaria, a ser bombero. Él vendrá a ayudar a estas dos mujeres a desempolvar los recuerdos y a traer al presente ese pasado intencionalmente olvidado.

Silvina Sabater es magnética en escena. Logra amalgamar en Mabel ese personaje locuaz, sombrío y repleto de secretos. La renguera, la compulsión por fumar, la obsesión por la acumulación de objetos, su mirada, la emocionalidad y la dosis de locura, enriquecen el trabajo de esta actriz, poniendo en evidencia su oficio y su experimentada pisada escénica. Berenice Gandullo atraviesa momentos repletos de emoción, ira, incredulidad, escepticismo y repulsión desde la construcción de Ana y este obligado encuentro con su madre. Gerardo Serre interpreta a este hombre sencillo, cálido, conciliador, inocente y sincero que vive aferrado al pasado, a todo aquello que no pudo ser. Cautiva, emociona y enamora al público. Imposible no empatizar instantáneamente con este personaje. Un trabajo sumamente destacado y equilibrado en cada una de las escenas. La dramaturgia de Franco Verdoia es deliciosa, así como también la dirección del elenco que se evidencia en todo lo señalado.

“Late el corazón de un perro” es una joya del teatro independiente, de esas obras que atraviesan, que movilizan y emocionan. Una obra donde se ponen en juego las más bajas miserias de la naturaleza humana, los amores que no pudieron ser, la maternidad juzgada, el inevitable paso del tiempo y ese pasado que se pretende ocultar y dejar guardado en un cajón. Como en algún momento ha escrito el estadounidense Francis Scott Fitzgerald “Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado.”

Ficha

Elenco: Silvina Sabater, Berenice Gandullo, Gerardo Serre

Director: Franco Verdoia

Categorías: Reseñas

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