Quedan los artistas

Los artistas nunca se van del todo, siempre quedan en la memoria de las personas que los recuerdan, en el testimonio de sus obras, en su legado. Es este el caso de dos artistas entrañables como el escritor Federico García Lorca y la actriz Margarita Xirgu. Cecilia Hopkins se pone en la piel de la actriz española quien es la que nos cuenta momentos de su vida en relación con el gran autor andaluz. Este viaje por los senderos del recuerdo, comienza revisando en los cajones del arcón del pasado, donde se hallan guardados diversos objetos, cartas y fotografías que permiten rememorar situaciones que son relatadas durante el transcurso de la representación. Así es como Margarita nos cuenta el día en cual conoció a Lorca, como comenzó a trabajar en sus obras, como nació esa amistad que cada vez fue creciendo más y más, al punto tal de que Federico escribía la mayoría de sus obras pensando en que “La Xirgu” iba a representar alguno de sus personajes y ella confiaba plenamente en su labor como dramaturgo.  A partir de ese momento devino el éxito, las giras por América y su paso triunfal por Buenos Aires. Y de esta manera, en plena gira -que luego se transformó forzosamente en exilio-, fue como Margarita Xirgu se enteró del fusilamiento de Federico García Lorca, quien un par de meses antes de que ocurriera tal desgracia,  le mandó una copia de su última obra “La casa de Bernarda Alba”, que fue estrenada en Buenos Aires años más tarde, con ella como protagonista.

Cecilia Hopkins con su excelente interpretación nos mete de lleno en este mundo lorquiano maravilloso, con su acento español perfectamente logrado, con su voz armoniosa que canta melodías típicas, así como también aplicando con sutileza sus conocimientos de teatro corporal y danza. Utilizando muy pocos recursos materiales, se muestran en escena imágenes muy sugestivas, muy refinadas, de fuerte contenido poético, que cuentan casi tanto -o más- que las palabras. Porque, parafraseando a Lorca, “El teatro es la poesía que se sale del libro para hacerse humana” y este unipersonal, sin duda alguna, es poesía pura.