El difuminado borde de las artes

¿El arte todo lo consagra? ¿todo lo permite? ¿Es su nombre, y la libertad que de él se espera, un alegato suficiente para consentir cualquier acción humana? Estas preguntas, así como otras vinculadas a las supuestas relaciones entre belleza y bondad, transgresión y justicia, e intervención y posesión son planteadas a la audiencia en la obra teatral La Forma de las cosas, un texto original del dramaturgo y director estadounidense Neil Labute (Detroit, 1963).

Tras haber sido estrenada por primera vez en Buenos Aires en 2009 con Daniel Veronese a la cabeza, esta comedia negra es presentada por segunda vez en la ciudad, ahora bajo la dirección de Sebastián Bauzá.

Exhibido en clave de teatro alternativo, el montaje cuenta con las buenas interpretaciones de los autores Gastón Cocchiarale, Victoria Alsua, María de Pablo y Juan Luppi, quienes encarnan, respectivamente, a los personajes de Andrés, Evelyn, Jennifer y Felipe. Sus relaciones y transformaciones componen una historia capaz de cambiar, de pronto, desde lo que parece el relato de las vicisitudes de dos parejas con embrollos, hasta convertirse casi un tratado irónico sobre los cuestionamientos vinculados al arte contemporáneo.

El texto inicia con la llegada de una joven tesista de artes a la sala de un museo. Ella inspecciona muy de cerca las obras y revela sus intenciones de dibujar el graffiti de un genital masculino sobre la hoja de yeso que lo oculta en una escultura de mármol. Es así como conoce a Andrés, un guía de sala desaliñado y acomplejado que rápidamente sucumbe ante los encantos de Evelyn.

El inicio de esta relación introduce a Andrés en una espiral de cambios cada vez más obvios en su vida. Su forma de vestir, de hablar, de peinarse. Su sexualidad, su seguridad, sus facultades para mentir. Nada de esto pasa desapercibido para sus amigos Jennifer y Felipe, quienes también padecen los efectos de la llegada de Evelyn.

A veces desde lo sutil y en otras de forma obvia, esta obra sugiere temas que resuenan en los debates universales sobre ética, estética y libre albedrío. Pero también coloca la mirada sobre esa línea cada vez más frágil que puede existir entre los límites éticos y la censura o entre la transgresión y al abuso.

El montaje consta de una escenografía en grises que simula, al inicio, una instalación poco convencional en un museo, y que luego va variando con la reutilización de los elementos que la componen. El equipo técnico está integrado por Sabrina López Hovhannessian, en el diseño de escenografía y vestuario; Mariana de Sancho, en la realización de escenografía; Jorge Ferro, en el  diseño de luces; y Nahuel Lomoglia en el arte gráfico. La producción y la asistencia de dirección están a cargo de Gonzalo Cirigliano.

Ficha:

Con Gastón Cocchiarale, Victoria Alsúa, Juan Luppi y María de Pablo

Dirección: Sebastián Bauzá